La entrega.
16 Mar 2016 3:32 AM (9 years ago)

Desde el gobierno la destacan como una brillante negociación
con un acuerdo inmejorable.
Desde los espacios que juegan a la nueva moda de “la
oposición responsable” – entiéndase algunos que tienen una retórica opositora
que contrasta con sus prácticas en los espacios institucionales que ostentan-,
señalan que no es el mejor arreglo, sino el posible.
Todo esto, en un clima instalado por los medios
oficialistas, ahora casi todos, quienes fortalecen la campaña que más de un ministro,
y el propio Mauricio Macri, vienen intentando exponer como pretensión única de
validez: O acordamos con los Fondos Buitres, o el país va al abismo con las
diez plagas de Egipto incluidas y un ajuste brutal – en términos reales el
ajuste ya es brutal, con los más de 100 mil despidos entre los sectores público
y privado en todo el país, sumados a la megadevaluación que aún ahora siguen
presentando como “salida exitosa del cepo”, la aceleración catastrófica de la
inflación de los últimos tres meses y el reciente tarifazo en materia de
energía eléctrica entre otros; algo que no es calificado de esa forma porque
como bien sabemos, las palabras tienen significado por aplicación histórica-.
En este contexto, y tras la no menor primera batalla ganada
por el Ejecutivo al lograr cerrar las paritarias docentes Nacional; porteña; y
bonaerense, la oposición nucleada en un Frente para la Victoria que por
momentos parece unido con alfileres – el entramado es tan complejo que en la
interna se discuten, los pases de factura por la derrota electoral del año
pasado al mismo tiempo que el reordenamiento, las mezquindades, y las
necesidades producto de las constantes presiones que ejerce el gobierno sobre
las provincias-, intenta sentar una posición que da cuenta de todo lo que significa
este acuerdo sobre el cual, pocas certezas viene dando el oficialismo.
Es que, el acuerdo, que en términos concretos implica que Argentina
le debe pagar a los fondos buitres, quienes a su vez son apenas el 3,5% de ese
7% que no ingreso a los canjes de deuda de 2005 y 2010, en el tiempo y lugar
impuestos por ellos con el aval de su juez amigo, Thomas Griesa, un monto que
representa aproximadamente la mitad de lo que se le está pagando a quienes
confiaron en el país ingresando a los canjes mencionados.
Es decir que a ese 3,5%, se le va a pagar el 50% de lo que se
le está abonando a un 97%; algo que expone, siendo benévolo, una incapacidad
manifiesta a la hora de negociar por parte del equipo económico actual.
Desde luego, y aunque se intente omitir o ridiculizar la voz
opositora del FpV, esta viene expresando
lo antes dicho, y a su vez, da cuenta de las consecuencias venideras si,
finalmente y como todo se encamina, el Congreso deroga las leyes “Cerrojo” y de
“Pago Soberano”, y transforma en ley la entrega a los Buitres.
Consecuencias que en la misma sesión que continúa en
Diputados, no han podido ser rebatidas por el oficialismo, como ser que no hay
certeza alguna sobre los posibles juicios venideros tanto del 3,5% que aún no
tiene acuerdo alguno con el país, como del 97% que habiendo ingresado al canje
ahora podría ir en búsqueda del “Me too” – yo también quiero que me paguen lo
que les pagaron a los otros porque me corresponde ser tratado de igual forma,
sería el argumento legítimo que sólo necesita un juez que lo avale-, lo cual
sería, lisa y llanamente, la destrucción de toda la reestructuración de la deuda
y la vuelta al 2001 en términos de deuda externa para el país.
De hecho, en relación a esto último, cabe destacar que los
representantes de los bonistas italianos ya han realizado una presentación judicial
en Nueva York, en este sentido.
Es decir que el hecho de acceder al triunfo Buitre, al
margen de implicar lo que es el plan de Macri y Prat Gay para pagarles - tomar
deuda para saldar esa deuda con el argumento de que así, Argentina va a poder
acceder al crédito internacional y van a venir las famosísimas inversiones de
capitales privados que los economistas liberales siempre prometen y nunca
llegan; eso al margen de la inexistencia de algún caso histórico en el cual un
país allá prosperado mejorando la calidad de vida de sus habitantes y
disminuyendo las desigualdades gracias a la inversión de capitales privados externos-,
no sólo no da ninguna certeza respecto del futuro del país en materia de
desendeudamiento, sino que tampoco implica la salida del default que prometen (porque
para el oficialismo igual que para Griesa, Argentina está en cesación de pagos),
dado que aún queda un 3,5% de acreedores afuera de todo tipo de arreglo.
No esta demás decir que como en sus ocho años de gestión en
la CABA donde cuadruplico la deuda de una Ciudad que hasta su llegada era
superavitaria, el plan de Macri es volver a endeudar al país para
supuestamente, generar un crecimiento del sector privado; algo que los
argentinos ya vivimos cuando ese crecimiento no generó desarrollo alguno, y
como contrapartida del endeudamiento se le imponían al país brutales ajustes
como los que ya están en carpeta de los organismos multilaterales de crédito;
ansiosos por prestarle a la Argentina.
Megadevaluación.
17 Dec 2015 4:07 AM (9 years ago)

Hoy es el día en que los trabajadores perdemos, al menos, el
50% de nuestro poder adquisitivo, al tiempo en que vemos el inicio de la toma
de deuda externa calculada a nivel oficial en 25 mil millones, a fin de pagar
la fiesta del mercado especulativo y las monumentales ganancias de los sectores
agro exportadores.
Todo ello por decisión de la administración Macri, y digo
administración porque como bien dijo su ministro de Finanzas, Alfonso de Prat
Gay, ayer, el valor del dólar lo va a fijar el mercado; es decir que las
decisiones sobre el uso de una de las herramientas centrales de la economía, lisa
y llanamente, las va a tomar el Poder Económico, mientras que el Ejecutivo sólo
se encargará de llevarlas a la práctica.
En ocho días de administración, Mauricio Macri ha dado a
conocer una cierta cantidad de medidas, que no harán otra cosa que poner en
práctica la transferencia de recursos de los sectores asalariados a los
sectores oligarcas; agroexportadores; y financieros, más brutal de los últimos 14
años.

Los números casi finales del escrutinio provisorio - 99,17%
de las mesas escrutadas-, arrojan una escasa diferencia de 704.860 votos a
favor del electo presidente, Mauricio Macri, quién se impuso ayer en el
ballotage.
51,40% (12.903.301 votos), logró el candidato de la Alianza
Cambiemos, mientras que Daniel Scioli, candidato del Frente para la Victoria,
alcanzó el 48,60% (12.198.441); ello sin contabilizar los votos blancos, nulos
y recurridos (704.860, sumados), y con una participación del 78% del padrón –
algo menor a la de la primera vuelta-.
Incluidos estos últimos que juntos suman el 2,48%, el porcentaje
de votos con el que ganó el candidato electo presidente pasa a ser de 50,13,
mientras que el de Daniel Scioli se transforma en un 47,39%, con lo que la
diferencia porcentual se reduce de 2,80% a 2,74%.
Sin dudas, una diferencia a destacar, porque prácticamente
está en el margen de error, y arroja un virtual empate técnico en una elección
que estuvo lejísimos de los análisis que hacía la, hasta el 10 de diciembre,
oposición, respecto del supuesto holgado triunfo en la segunda vuelta.
Para destacar también, son los números jurisdiccionales que
muestran que el Frente para la Victoria ganó en 15 de las 24 – Buenos Aires,
Catamarca, Corrientes, Chaco, Chubut, Formosa, Misiones, Neuquén, Río Negro,
Salta, San Juan, Santa Cruz, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego-,
mientras que la Alianza Cambiemos se impuso sólo en 9 – CABA, Córdoba, Entre
Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, San Luis y Santa Fe-.
Con estos datos entonces, queda en claro que la vocación de
cambio en la sociedad quedó prácticamente pardada con la expresión de quienes cuanto
menos, no son proclives a grandes modificaciones; algo que bien puede arrojarse
como una lectura inicial de lo ocurrido ayer y que esperemos, sepa leer el
presidente electo, quién en sus primeras palabras tras la elección, esbozó más
un discurso de campaña que otra cosa.
El cierre.
20 Nov 2015 3:19 AM (9 years ago)

Felices, las almas de cristal por el inicio de la veda
electoral previa al ballotage; algo que funciona como señal de un pedido más
amplio, de gran parte de la sociedad, para rever esto que desde aquí,
humildemente, denominamos “Campeonato Electoral”, disputado año de por medio,
que gráfica bastante bien la multiplicidad de fechas de un calendario saturado
en elecciones que concluye con la nacional, sea legislativa o presidencial.
A esta altura, es ésta una primera conclusión de un año
electoral que cierra el domingo en cuanto a votaciones; no así, posiblemente,
respecto a la disputa sobre los números finales de los comicios.
En cuanto a la última campaña, la que se dio entre el 25 de
octubre entrada la noche y ayer, cabe destacar que el candidato peronista, Daniel
Scioli, la usufructuó para ofrecer más certezas al tiempo que machacaba en el
intento, ahora si con cierto grado de eficacia, por desenmascarar quién es su
rival; a que sectores representa; y que políticas va a llevar delante de ganar.
Supo mostrar eso que algunos interpretaban como una
necesidad: La distancia de lo que denominan el kirchnerismo puro, y con ello,
garantizar esa obviedad que señala que las decisiones en un país
presidencialista y con un presidente peronista, se toman en la Casa Rosada –
aquello de la idea ridícula de un Zannini como vicepresidente como una suerte
de mecanismo de control, fue dado por tierra, si alguno realmente lo creía, pues
desde aquí siempre señalamos que además de ridículo era propio de un mundo
fantástico-.
Scioli se enfocó en garantizar los derechos adquiridos y en
cambiar en pos de incorporar las nuevas demandas, fundamentalmente, las que
expresaba la opción Sergio Tomás Massa que le permitieron llegar al 20% de los
sufragios en la primera vuelta.
Respecto a Macri y su Alianza, continuó con ese discurso que
combina el ánimo festivo de los cumpleaños de quince con las palabras y los
slogans que no dicen nada pero que caen bien – Más “Revolución de la alegría”
que nunca-, y a la vez, a cuenta gotas, por momentos él y en otros sus laderos,
fue advirtiendo sobre cuál es su plan de gobierno, fundamentalmente, en lo
central – negado status por más de un viodero suyo; el último, hace dos días,
Diego Santilli-; entiéndase, lo económico.
Con idas y vueltas; diciendo algo un día y negándolo al
siguiente –el miedo a anunciar alguna medida que sabe, es impopular, lo llevó
en más de una oportunidad a volver sobre sus pasos como ocurrió anteayer,
cuando anunció la revisión del cronograma de feriados 2016 para ser contradicho
ayer por su ministro de Cultura en la CABA, Hernán Lombardi-, pero fue
exponiendo con quienes/ para quienes, piensa gobernar.
Lógicamente, se cuidó (y lo cuidaron) bastante de hablar de
las consecuencias que su política económica acarrea – hiperinflación, caída del
salario real, caída del empleo, debilitamiento del mercado interno, aumentos de
la pobreza y la indigencia-, y a la hora de argumentar respecto de porqué según
su pensamiento, éstas no ocurrirían, sólo señalo que sería por “la confianza”;
es decir, una mera cuestión de fe.
El domingo a la noche, posiblemente, como antes se mencionó,
sabremos que primo para un electorado que ha dado sobradas muestras de su
sofisticación.

Del 25 de octubre a hoy, a menos de 24 horas para el inicio
de la veda previa a la segunda vuelta presidencial del domingo, Mauricio Macri
y todo el conjunto de la Alianza Cambiemos, se cansaron de despotricar a cerca
de la supuesta campaña del miedo; algo que todos los medios opositores
acompañaron y publicitaron.
La anticipación de cómo van a echar trabajadores en la
Provincia de Buenos Aires, tal cual lo hizo ayer el flamante vicegobernador de
la Alianza, el radical Daniel Salvador, vendría a ser un claro ejemplo de la existencia
de una campaña del miedo que es bien distinta a la que Macri y sus laderos
plantean.
Ello, y las medidas de aumento en el pasaje de colectivos y
tasas municipales; las primeras tomadas tras su asunción por el intendente de Cambiemos
en Córdoba Capital, Ramón Mestre, no hacen más que dar testimonio sobre el
ajuste que significan la Alianza y su candidato presidencial.
No hacen más que poner sobre el tapete que la campaña del
miedo, como se la ha denominado, no es otra cosa que las políticas que vienen
llevando adelante los opositores y que, como han anticipado, llevarían delante
de lograr el triunfo en el ballotage, a nivel nacional.
A ese fin han venido intentando instalar públicamente que el
ajuste es inevitable así como han avanzado en búsqueda del desprestigio del
Estado y su rol como articulador social.
Y a ese fin han evitado detallar qué políticas van a aplicar
a nivel económico – ese que ahora también dicen que no es una dimensión central
de la vida de los argentinos; tal cual lo expusiera Diego Santilli, flamante
vicejefe de gobierno de la CABA-, y con qué funcionarios las llevaran adelante,
en un eventual gobierno de Macri.
Debate.
16 Nov 2015 5:35 AM (9 years ago)

Una velada histórica, se cansaron de repetir todos los
medios privados, en los días previos y ayer mismo, en el inicio de la transmisión
en cadena nacional – ésta parece que no le molesto a los medios opositores-,
del debate que organizó la ONG Argentina Debate y se celebró en la Facultad de
Derecho de la UBA.
Era lógico, la concreción del anhelado (por ellos) espacio unificado
de contienda de cara al Ballotage del próximo domingo, es, sin dudas, la más
grande victoria de la telepolítica en nuestro país.
Dicho esto, No se puede obviar que el escenario se pensó y
se ejecutó en pos de favorecer las chances del candidato de la Alianza
Cambiemos, Mauricio Macri, tanto por las temáticas pautadas como por la
participación de dos periodistas abiertamente opositores de los tres que
oficiaron formalmente como moderadores; entiéndase, Daniel Scioli se vio
forzado a jugar decididamente de visitante, lo cual, en televisión, se ve
potenciado por la naturalización del hecho en sí.
Ahora bien, avanzando sobre el análisis, cabe destacar que los
debates de la telepolítica se juegan en dos dimensiones que a su vez, influyen
la una sobre la otra según el momento: La que uno supondría es la más
importante aunque existen sobrados casos que ponen en crisis su supuesta
preminencia, de la discusión de proyectos e ideas; y la que engloba lo que
tiene que ver con la imagen y lo gestual, la estética si se quiere.
El tiempo de puesta en escena está atravesado
sistemáticamente por la segunda, mientras que la primera puede lograr
preeminencia en los momentos en que los candidatos toman la palabra siempre
dependiendo de cómo sean los planos de transmisión y las decisiones que toma el
director de cámaras; hombre tan clave como oculto.
Tomando en cuenta todo esto, bien se puede leer que respecto
de la primera dimensión, ambos candidatos cayeron en lo esperable respecto de
sus discursos, aun cuando Mauricio Macri inició su participación de manera muy
agresiva, algo que causo el efecto esperado al evidenciar los nervios iniciales
de un Daniel Scioli que sin embargo, se repuso con el transcurrir de la jornada
y mostro seguridad al tiempo que fue capaz de poner sobre el tapete las
flaquezas de su rival.
Ninguno de los dos se salió de los ejes en los que han
venido trabajando en sus campañas, y probablemente en ello, el candidato
peronista tiene una mayor fortaleza; propia del que habla de políticas
concretas confrontadas con lo escaso que ha mostrado su rival respecto de ello –
el discurso de “La revolución de la alegría” con todos sus slogans y frases
hechas se pone en crisis cuando se pone en evidencia su vacío que funciona para
esconder-, pero que bien le permite exponer la idea de los dos proyectos de
país en pugna.
Tras la sorpresa inicial, Scioli dio cuenta de políticas
concretas a desarrollar, y se mostró firme, con ideas claras y consistentes, frente
a la vaguedad de Macri; al cual se lo vio trastabillar un par de veces producto
de los nervios – la batalla de los furcios arrojó un resultado de uno para el
primero y tres para el segundo-.
Entonces, en esta primera dimensión bien se puede inclinar
la balanza en favor del candidato peronista aunque por un margen tan estrecho
como esperado.
Respecto de la segunda dimensión; la estética, el candidato
del Frente para la Victoria inició ganando respecto de la vestimenta – el traje
con la corbata celeste y camisa blanca sumado a la escarapela versus el traje
sin corbata y camisa desabrochada dan la idea de una contienda entre “un
presidente” y “un candidato a”-, pero tuvo sus altibajos en lo gestual que
evidenciaron el nerviosismo que se fue disipando con el correr de los minutos.
Por el contrario, el opositor, se mostró canchero y suelto
desde el inicio, pero tuvo una peligrosa actitud soberbia y sobradora que
contrastó con los pasajes en los que se observó su nerviosismo al límite de
perder los estribos.
Bien podría decirse que en lo que hace a la imagen la
pequeña luz de ventaja la podría haber sacado el candidato de la Alianza con el
beso del final con su mujer, pero ello puede ponerse en tela de juicio si se
pone el foco en el momento inmediatamente anterior, cuando tras el cierra de las
palabras finales de Daniel Scioli, resonaron los aplausos y la ovación sólo
interrumpida por el moderador, Rodolfo Barili en ese momento, quién pidió silencio
primero, y un aplauso para ambos después.
Si Macri llegaba al debate como el favorito que venía a
reiterar lo que él y sus laderos repiten desde el 25 de octubre, sobre como la
elección estaría definida, su andar por el debate puso en duda esa pretensión
de validez.
Respecto de Scioli, pareciera haber logrado el objetivo de poner
en crisis la idea del cambio a partir de mostrar, en alguna medida con mayor
claridad que antes, que su rival es el candidato del ajuste; algo que, junto a
su postura en la puesta en escena, le han permitido por lo menos, subirse
nuevamente a una pelea que durante semanas, la oposición intento instalar como terminada.
De cualquier forma, es claro que estas apreciaciones son
sólo eso, y que la gran incógnita, gira entorno a como habrá sido tomada toda
la puesta en escena y en particular, el andar de cada candidato en un debate
que nunca estuvo ni cerca de escapar a los márgenes de lo previsible, por las
dos franjas de votantes a las cuales iba dirigida: Quienes están indecisos y quienes
estarían dispuestos a cambiar la opción que eligen hasta ahora.

Desde hace tiempo, los medios opositores y la Alianza
Volvamos, digo Cambiemos, han intentado instalar como supuesto logro de la
gestión de Mauricio Macri en la CABA, el fin de las inundaciones.
“La Ciudad no se inunda más”, te dicen y replican, para
luego acompañarlo con un “es por las obras que hizo Macri, a diferencia de
Scioli que no hizo ninguna obra en la Provincia y por eso se inunda”.
Tristemente, por los ciudadanos porteños que se vieron afectados
ayer, la mentira quedó expuesta, en parte, gracias al partido por eliminatorias
que terminó suspendiéndose en el Estadio Monumental Antonio Vespucio Liberti.
En las afueras del estadio y del Club Atlético River Plate,
todos y cada uno de los medios opositores se vieron en la obligación de tomar
las imágenes de las calles anegadas del barrio de River, y en particular, del
río en el que se convirtió en la Avenida Udaondo.
¿Se hicieron obras en la Provincia de Buenos Aires para palear
la problemática de las inundaciones que en cada caso responde a cuestiones
particulares? Sí.
¿Y en la CABA? También, aunque no las suficientes y con un
presupuesto que supera ampliamente al de la PBA – recuérdese siempre, que la
Ciudad tiene por lejos, el presupuesto a nivel distrito, más alto del país-.
¿En ambos distritos es una problemática que ya ha tenido las
respuestas necesarias para su resolución total? No.
A diferencia de la barbaridad que han hecho los opositores
de la Alianza Volvamos (al 2001), quienes en las últimas inundaciones que
afectaron la provincia aprovecharon para hacer campaña sacándose fotos
chapoteando en el barro, y en nada colaboraron para asistir a los damnificados,
el peronismo y su candidato a Presidente, Daniel Scioli, ni siquiera
aprovecharon la ocasión para hablar de manera oportunista anoche, sobre lo que
pasaba en algunos barrios de la CABA.
No lo hicieron porque hay una coherencia en el discurso y la
práctica, y entienden que aún con avances en materia de obras, hay fenómenos
climáticos novedosos, pero fundamentalmente porque en momentos así debe primar
la asistencia y el respeto a quienes pudieran estarse viendo afectados.
Una diferencia abismal en el obrar, sin dudas.

Viendo las chances que Mauricio Macri tiene de llegar al
Ejecutivo nacional, Ricardo Lorenzetti, titular de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, decidió, esta semana, empezar a emitir fallos que buscan vaciar
de poder al Gobierno Nacional, al tiempo que juegan su papel de cara a la
opinión pública.
La escalada inició hace dos días, cuando la CSJN, habilitó
el pedido opositor por inmiscuirse en una empresa con carácter de Sociedad
Anónima barriendo con toda la legislación vigente.
La referencia es al fallo en el cual se obliga a YPF SA a
dar a conocer el acuerdo con la firma norteamericana Chevron, que no es ni más
ni menos que hacer público un contrato entre privados – recuérdese que YPF no
es una empresa del Estado Nacional-.
Una maniobra que, a menos de dos semanas del ballotage, no
sólo pone de manifiesto que la Corte aspira a colaborar con la campaña del
candidato de la Alianza opositora, sino que también, y lo que es más grave, puede
tener gravísimas consecuencias respecto a la capacidad de la petrolera local
por conseguir socios para ampliar sus exploraciones y explotaciones de crudo y
gas.
No es gratuito lesionar la posibilidad de la empresa para
mantener reservas en acuerdos con otras empresas, y bien sirve como inicio de
un camino de estancamiento que habilite lo que ya expreso el principal asesor
en energía de Macri, el ex CEO de Shell cesanteado en su puesto tras ser partícipe
necesario en el último intento de corrida cambiaria que fogonera junto con
algunos bancos en el país, Juan José Aranguren; quién desde el principio puso
en duda el plan de acción actual de YPF y habilitó la posibilidad de volver a
privatizarla – Esto último, el propio Macri ha salido a intentar ocultarlo
sacando de escena al susodicho, como viene haciendo con cada asesor posible
miembro de su gabinete que dice más de lo conveniente sobre el plan de gobierno
que pretende llevar delante de ganar el 22 del corriente-.
Dicho esto, se acaba de conocer la continuidad en la
escalada de los cortesanos con otro fallo emitido hoy – raro que la corte emita
fallos en días distintos de una misma semana, pues no ocurre habitualmente-, en
el cual se avala la medida cautelar por la cual el grupo Clarín no se adecúa a
la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Esto, traducido, significa que el grupo Clarín está
habilitado a no cumplir la ley a diferencia del resto de los medios y
multimedios existentes, y porque no decirlo, a diferencia del resto de los
mortales que habitamos el país; algo que a su vez, choca de lleno con un fallo
previo de esta misma corte, que declaró otrora, constitucional la Ley SCA.
Resulta evidente que Lorenzetti está dispuesto a cualquier
cosa, inclusive a generar desaguisados legales que serán difíciles de reparar,
en pos de lograr el triunfo electoral de la Alianza Cambiemos; algo que
permitiría a las corporaciones – al círculo rojo, como las llama Mauricio
Macri-, retomar el control, poniendo un gerente propio al frente del gobierno después
de 12 años.

Se los intento demonizar denominándolos como punteros que
habían ingresado a la planta permanente un día antes de la asunción del nuevo
intendente, Roberto Sánchez.
Ese era el argumento central para justificar el despido de
470 trabajadores municipales en el inicio de “la revolución de la alegría” que
augura la Alianza Cambiemos en Concepción, Tucumán, y con él, se pretendió
instalar el tema a nivel nacional por parte de los medios opositores que vienen,
hace rato, pretendiendo legitimar el ajuste como ineludible.
Fracasaron.
Sánchez tuvo que dar marcha atrás y garantizar la fuente de
trabajo reincorporando a todos y cada uno de los laburantes que había echado,
reconociendo a su vez, que todos ellos tienen antigüedades en el municipio;
algo que evidencia la mentira que se pretendió instalar para justificar el
ajuste.
Es una gran victoria de los trabajadores y no es un dato
menor, sino una demostración sobre como la Alianza de Mauricio Macri pretende
gestionar – El ajuste del que no hablan pero que ya están pretendiendo instalar
en los distritos donde asumieron la gestión-, y como los trabajadores dan muestra
acabada de que no van a permitir ser una variable de ajuste.

Construyen una demonización, vieja y barata.
Lo primero por lo tantas veces usado, y lo segundo, porque
hablan de punteros, con la carga negativa que ese término tiene para la sociedad.
Colocan en el lugar de víctima al intendente por la Alianza
Cambiemos, Roberto Sánchez, quien asumió sus funciones recientemente en la
localidad de Concepción, Tucumán, y publicitan sus llantos que se acompañan de
las imágenes de la protesta social.
Es que, Sánchez, asumió y tomo, entre sus primeras medidas
de gobierno, la definición de echar a 430 personas de la municipalidad; algo
que se empieza a replicar en cada distrito donde ganó la Alianza que lidera
Mauricio Macri.
430 laburantes que se quedan en la calle al perder su fuente
de trabajo, que en lo que a la comunicación refiere, es el dato duro e
irrefutable.
El cambio de Macri y su gente; “la revolución de la alegría”
como le dicen, está llegando con despidos, y con la consecuente protesta
social.
¿Esperaban que la gente a la que dejan sin laburo se fuera
por la puerta de atrás; silbando bajito; y sin chistar porque, como dicen
algunos voceros del candidato opositor: “Mauricio viene a unir a los argentinos
y a saldar la grieta”?

En la última elección previa a la segunda vuelta
presidencial, el candidato por el FpV y actual intendente de la Ciudad de San
Luis, Enrique Ponce, logró su reelección por amplia ventaja.
Con todas las mesas escrutadas, Ponce logró el 48,95% de los
votos, seguido por Gastón Hissa, el candidato del espacio que lideran los
hermanos Rodríguez Saa, Compromiso Federal, y actual Ministro de Inclusión
Social de la provincia puntana, quien alcanzó el 35,26%.
Lejísimos, con un 8,52% de los sufragios, quedó en un cómodo
tercer lugar el candidato de la Alianza Cambiemos, el macrista Daniel Rodríguez
Saá, a quien le siguió el vecinalista, Rodolfo Negri con un 3,05%.
Una victoria que se preveía, donde el peronismo en sus dos
vertientes, fue acompañado por el 84,24% de los ciudadanos de la principal
ciudad puntana.

Se conocieron hoy, los resultados del escrutinio definitivo
de la primera vuelta en las elecciones presidenciales que se celebraron el
pasado 25 de octubre, y los resultados, como era de prever, tuvieron
variaciones mínimas que hicieron a una ampliación de la diferencia en cantidad
de votos entre la fórmula del Frente para la Victoria (Daniel Scioli- Carlos Zannini),
y su inmediata perseguidora y contrincante en el ballotage, la de la Alianza
Cambiemos (Mauricio Macri- Gabriela Michetti).
En números finales, Daniel Scioli obtuvo 9.338.449 votos, 336.207
más que los arrojados en el escrutinio provisorio, mientras que Mauricio Macri
cosechó 8.601.063 votos.
De esta manera, Scioli obtuvo un 37,08% de los sufragios
mientras Macri alcanzó un 34,3% y Sergio Massa por el espacio UNA, logró un
21,3%.
Si bien, los tres candidatos incrementaron su caudal de
votos, el dato saliente es el crecimiento en la ventaja que el candidato
peronista obtuvo respecto de sus perseguidores; hecho que lo posiciona de mejor
forma de cara a la segunda vuelta a celebrarse el 22 del corriente.
Dicho esto, cabe destacar que esta pole position, útil,
sobre todo considerando que por segunda vez en el año el actual Gobernador de
la Provincia de Buenos Aires resulta el candidato más votado, dista de ser un
número que permita anticipar un resultado en una segunda vuelta electoral que
tiene ya instalada como predecesora, una campaña nueva y completamente distinta
a las anteriores.
Nueva campaña.
3 Nov 2015 4:54 AM (9 years ago)

La campaña del candidato peronista, Daniel Scioli, empieza a
mostrar modificaciones que hacen a la interpretación de cómo lograr llegarle a
la sociedad.
Es que, con los números puestos del 25 de octubre y un análisis
a partir del cual el oficialismo empezó a entender la necesidad de rever la
táctica a seguir de hasta el ballotage, se imponían ciertas cuestiones que hoy
son valoradas de forma distinta.
Como fundamental si se quiere, aparecía la búsqueda por disipar
cualquier tipo de especulación entorno a la centralidad del candidato; tema que
se pone de manifiesto a partir de poder dejar atrás aquello de “el candidato es
el proyecto”, y avanzar en el fortalecimiento del “#AhoraDaniel”; un slogan que
a su vez, da muestras de cercanía para con los ciudadanos; algo que deberá fortalecerse
con mayores recorridas que permitan la interacción con la gente de a pie – movida
no menor en eso de apuntar a conmover desde lo emotivo-.
El candidato es Daniel Scioli, y la campaña debe girar en
torno a él, es lo que parecen haber
entendido al menos en parte, los distintos sectores que componen el
kirchnerismo.
Desde luego, a esta centralidad, se suma la necesidad de un
reposicionamiento en el escenario de campaña; hecho que se busca apuntalar mostrando
al candidato del Frente para la Victoria como la única opción con capacidad de
brindar gobernabilidad al país de la mano de su creciente presencia en la toma
de la palabra pública en los medios masivos, con propuestas concretas que se
enfocan a la vez, en mostrar coincidencias con varias de las que realizara
Sergio Massa.
El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires es consiente
que si logra generar empatía con más o menos la mitad de quienes eligieron la
opción UNA (Frente Renovador + Cordobesismo) en la primera vuelta, habrá
sellado su triunfo.
A tal fin viene rescatando propuestas como la expresada en
materia previsional, del 82% móvil a los jubilados que perciben la mínima, o la
difundida en materia económica, con la ampliación de la posibilidad de comprar
dólares para atesoramiento.
Son los primeros días de una nueva campaña, distinta a la
realizada previa a las PASO y la primera vuelta, y que se sabe, tiene como corolario
una definición donde se juega país.
A medida que vaya transcurriendo, se podrá observar si se
profundiza la táctica en pos de la evaluación que se haga respecto de la
llegada que está teniendo en la sociedad.

Habló Sergio Massa ayer, de cara al ballotage, en
conferencia de prensa y rodeado de sus principales laderos.
Dijo lo que era esperable que dijera: Que los votos no son del
sino de los votantes – una obviedad que pretendió presentar como el
descubrimiento de la pólvora- y que no iba a apoyar a ningún candidato; esto
último, mientras nombro unas 726 veces la palabra cambio, de moda por estas
horas.
En síntesis y también como era previsible, Massa no pretende
jugársela por Macri abiertamente, pues tiene más para perder que ganar en caso
que este no triunfe el 22 de noviembre, pero si se encargó de dejar bien en
claro que él quiere que pierda Daniel Scioli; algo que comparte con algunos
dirigentes de su espacio pero no con todos – entre los que ya expresaron que
prefieren al candidato peronista se encuentran Horacio De Mendiguren, dirigente
de la UIA; Facundo Moyano; y el ex candidato a gobernador del massismo en Entre
Ríos, Adrian Fuertes-.
Tan previsible era la definición del tigrense como sus
motivos: Sacar al peronismo del gobierno como paso previo a tomar, con su aliado,
José Manuel de la Sota, las riendas del Partido Justicialista que él espera y
desea, en crisis, tras la pretendida derrota electoral.
Dicho esto, y como también se ha advertido, Daniel Scioli en
su táctica en pos de conmover a los votantes de Massa en la primera vuelta,
tendrá que evaluar las formas de conectar con ellos, para los que necesitará un
plus no sólo ligado a lo emocional – eso que hablábamos ayer que apunta a
mostrarse como un candidato humano; una persona como cualquier otra; un par cercano
a cada ciudadano en todas las zonas rurales y urbanas del país que tiene sus
mismas costumbres y que llega con la alegría del cambio hacia el futuro-, sino
también ligado a lo propositivo; algo que distinguió a Massa en su campaña.
En esto último, Scioli tiene todas las ventajas respecto de
su oponente porque ya viene realizando propuestas de cambio que de llevarse
adelante, se traducirán en hechos concretos que le mejoraran la vida diaria a
la gente; algo de lo cual Macri carece, pues su campaña hasta hoy sigue siendo
sacar el cepo cambiario el 11 de diciembre más la emoción y alegría de cambiar.
Pero como tiene esta ventaja, también tiene un gran desafío
en conmover, no sólo apuntando a la raíz peronista de muchos de quienes
eligieron la opción Massa, sino también apuntando a superar el enojo que una
parte de ese electorado, de clase media, tiene con el gobierno nacional; razón
fundante del Frente Renovador en 2013.
En este sentido, si uno lo piensa en términos de cercanía,
más allá de lo que haya dicho y puede volver a decir la dirigencia del Frente
Renovador, su electorado en la primera vuelta, está más cerca del candidato del
Frente para la Victoria que de Macri a priori; algo que desde luego, lejos está
de garantizar nada en lo absoluto.
Daniel Scioli ya ha hecho la cuenta y la explicitado al
decir ayer en declaraciones, que se necesita consolidar los votos obtenidos el
domingo pasado y sumar 2 millones más para ganar.
Para ello, tendrá que llegarle a una importante porción de
votantes del FR, pero también recuperar algunos votos perdidos en la PBA,
fundamentalmente, en la tercera sección electoral.
Allí, como en las provincias de Santa Fe y Córdoba – la primera
porque en las PASO ganó por poco y el domingo perdió por poco; eso al margen de
la posibilidad de ir en busca del voto socialista santafesino, mostrando que su
oponente es el adversario en común, y la segunda porque siendo una provincia en
la cual viene gobernando el peronismo desde hace dos décadas, aunque haya sido
un peronismo opositor en estos años, sigue teniendo una raíz común desde la
cual conmover a partir de una identidad y una historia -, tiene opciones
viables de mejorar la performance del domingo y alcanzar la cantidad de votos
que le permitan ganar la segunda vuelta.

Hay ballotage; una posibilidad en la previa al domingo aunque
no con las impensadas características del escenario actual: El virtual empate
técnico de los dos puntos porcentuales y monedas de Scioli sobre Macri, sumado
a la profunda e indisimulable derrota simbólica que ello junto con el naufragio
en la Provincia de Buenos Aires, significan.
Un escenario por demás complicado que ha dejado mucha tela
para cortar y que pone en crisis una buena cantidad de premisas con las que se
llegaron a esta elección.
Es que el naufragio en la PBA no sólo da cuenta de la ruptura
con el supuesto de la vaca atada del peronismo a la hora de elegir gobernador,
sino también echa por tierra el mito del pro como partido vecinal de la CABA y
la ausencia del denominado voto sofisticado en el distrito – entiéndase, la
premisa de que no se corta boleta en la Provincia está en el fondo del Río de
la Plata a la altura de la Bahía de San Borombón-.
Sobre este voto sofisticado, cabe agregar que no ha sido
exclusivo de Buenos Aires, pues se ha replicado en otros distritos aunque con
diferencias probablemente menores – Santa Fe, lugar donde ya es costumbre, vio
al FpV ganar en la categoría senadores mientras Macri ganaba en la de
presidente; y Entre Ríos vio al FpV ganar la gobernación mientras Macri replicaba
su performance santafesina-.
Todo esto, sumado al otro naufragio, el de las encuestadoras
que nos permite dudar de todos sus postulados entre los que uno tranquilamente
puede incluir el de la imagen positiva de la Presidenta, dan cuenta de una
elección presidencial tan atípica como el escenario de estabilidad económica en
la que se enmarca; algo distintivo que no forma parte de los escenarios donde
un presidente no podía reelegir en nuestro país.
Quizás ahí, este la clave para entender algo del porque
Macri le descontó doce puntos porcentuales a Scioli en dos meses.
La gente; los ciudadanos; la sociedad; como prefieran
llamarla, no se suicida adrede, ni vota pensando en categorías de las ciencias
sociales.
Vota lo que quiere según sus razones particulares, todas
ellas, legítimas.
Partiendo de esta base, se puede inferir que el voto opositor
en este contexto, ha sido un voto pensando que el kirchnerismo no puede o
quiere, dar respuesta a las demandas propias de quien no ve un escenario
catastrófico en el horizonte.
De allí la impermiabilidad de Macri a cualquier crítica que
pretenda ligarlo a la larga noche neoliberal, y la potencialidad de su
candidatura que como la de Massa, invitan a los ciudadanos a dar el salto a la
vereda de los que son lo nuevo; la última moda que viene con la alegría como
bandera; algo que funciona como sumador ante la idea fuerza central: Sacar al
peronismo del gobierno.
Desde luego, el desgaste de 12 años de gestión juega un
papel que se potencia con los errores que han venido alejando a gran parte de
la clase media del oficialismo, a lo que se suma una campaña en la cual Macri
logró llegar al empate técnico sin hablar una sola palabra de políticas
concretas, tácticas y estratégicas.
Macri, y aquí viene la gran victoria de Duran Barba, logró
conectar con la fibra emocional; con la fibra sensible de las personas,
potenciada por la gran electora también gracias a ello, María Eugenia Vidal,
mientras Scioli hablaba de proyectos y propuestas del país que viene con
bastantes más cambios de los que muchos votantes opositores creen.
Es evidente entonces que Scioli – Daniel a partir de ahora
porque necesitamos hablar desde el lugar de cercanía que da el nombre de pila-,
necesita contagiar y conmover desde ese lugar para ganar una segunda vuelta que
no plantea posibilidad alguna de modificar ciertos contextos para que la
campaña pueda virar hacía cualquier otro tipo de debate más profundo.
Lo que viene, no parece escapar a la lógica de la campaña limitada
de contenidos respecto a la disputa real entre dos proyectos de país, pues la
batalla emocional aparece como la potencial definidora.