La primera ópera de Erkel,
Bátory Mária,
había sido representada por primera vez en junio de 1840, en el mismo
teatro en el que cuatro años más tarde se estrenaría la que ahora nos
ocupa. En octubre de ese mismo año, y a rebufo del éxito conocido, se
anunciaba en los periódicos que Béni Egressy estaba preparando el
libreto para otra nueva ópera nacional húngara titulada
Hunyadi Lászlo con música que sería compuesta por el señor Erkel. Pero pasarían cuatro
largos años hasta el estreno, a pesar de que los manuscritos dan a
entender que la partitura, incluyendo la orquestación, estaba terminada a
finales de 1842. Incluso algunos fragmentos fueron publicados en
reducción para piano en 1843. ¿El problema? El libreto de Egressy tomaba como punto de
partida un drama que había ganado un concurso literario en 1839, pero
que aún no había sido representado en escena. Su autor, Lorinc Thót, era
un joven abogado y escritor que vería estorbado el estreno de su obra –
originalmente llamada
Hunyadi Laszlo y luego rebautizada como
Los dos Laszlos-
por culpa de la censura. La obra teatral no se pondría en escena hasta
finales de 1842, y es muy posible que el propio Thót se opusiera al
estreno de la ópera de Erkel antes de su drama.
La figura histórica en la que Thót y Erkel fijaron su atención cayó bajo el hacha del verdugo el 16 de marzo de 1457, a los veinticuatro años de edad. Ladislao Hunyadi era hijo del regente Juan Hunyadi, voivoda de Transilvania, y de la "mujer heroica" Isabel Szilágyi. También era el hermano mayor de otra figura fundamental en la historia húngara: Matías Corvino. Nacido en 1533, Ladislao se había convertido en una poderosa figura después de la muerte de su padre el regente. El joven se vio inmerso en la lucha entre facciones partidarias de los Hunyadi y de Ulrico de Celje, consejero del rey Ladislao V "el Póstumo". Celje fue asesinado en circunstancias poco claras por los hombres de Hunyadi, después de una discusión entre él y Ladislao. Aunque el rey juró no tomar represalias por la muerte de su consejero, apenas regresó a Buda mandó llamar a Ladislao y su hermano Matías, encarcelándolos. El rey decidió la ejecución de Ladislao tras deliberar con sus consejeros. A la muerte del joven le siguió la guerra civil; el rey Ladislao no vivió mucho más y Matías fue nombrado su sucesor.

Hunyadi Lászlo
tuvo que enfrentarse a diversas dificultades antes de que el telón se
alzara por primera vez. Además, el teatro
atravesaba un momento delicado. La cantante para la que Erkel había
pensado el personaje de Erzsebet, la madre de Lászlo, que lleva sobre
sus hombros un gran peso vocal y trágico, no estaba en Hungría para
aquellas fechas. Se trataba de Rosalia Schödel, a la que Berlioz llamaba
una véritable tragedienne. La
Schödel había abandonado la escena de la Ópera Nacional de Pest después
de una tumultuosa función en diciembre de 1840 y había salido de
Hungría, una vez supo que el teatro no renovaría su contrato. En su
ausencia, se adueñó del papel Henriette Carl, una soprano alemana que
animó a Erkel a seguir trabajando en la partitura. Si finalmente el
papel fue a parar a manos de su destinataria inicial, fue porque la
pobre Henriette, sistemáticamente boicoteada por crítica y parte del
público, decidió olvidarse del asunto y de Hungría. Tras hacerse mucho
de rogar, la Schödel acabaría regresando y firmando el contrato en
septiembre de 1843. Un nuevo problemilla se presentó a la hora de
conseguir dos primeros tenores para la ópera en mitad de la temporada,
ya que el teatro sólo disponía de uno para el rey de Hungría, y faltaba
otro para el héroe Laszlo. Consiguieron a Adolf Pecz, que estaba en
Pressburgo, (es decir, Bratislava) y que en el estreno se las apañó como
mejor supo con el idioma húngaro. El éxito fue inmediato. Algún
crítico gruñó que poner en escena a los héroes húngaros para que
rompieran a cantar era poco menos que un sacrilegio, pero la acogida fue
en general entusiasta. Las peticiones de bises y las llamadas a escena
del compositor fueron numerosas en las primeras funciones. El fracaso de la revolución húngara no provocó que
Hunyadi
Lászlo fuera censurada. Extrañamente, los partidarios de los Habsburgo
siguieron apreciándola y manteniéndola en cartel. Sometida a diversas revisiones, tanto la del estreno como la tradición establecen tres actos, mientras que el libreto de la edición crítica habla de cuatro.
- El argumento.
La obertura de Hunyiadi László
La muerte de Cillei. En Nándorfehérvar (el Castillo de Nandor). Los partidarios de Lászlo
Hunyadi
se encuentran reunidos, esperando la visita del rey Lászlo V, bastante
desconfiados, al contrario que su líder. Ni se fían del monarca ni del
tío de este, el gobernador Cillei. Las sospechas del grupo de
partidarios se confirman cuando se intercepta a un mensajero de Cillei;
entre sus papeles se encuentra una carta en la que el gobernador promete
al príncipe serbio Brancovicks la cabeza de los dos
Hunyadi,
Lászlo y su hermano menor, Mátya. Los gritos de los partidarios de la
familia reclamando la venganza contra el traidor son interrumpidos por
la trompeta que anuncia la llegada del rey y de Cillei. El soberano y su
tocayo
Hunyadi se encuentran en el patio
del castillo; Cilley acusa a Lászlo y a su familia de traición. En
respuesta, el dueño de la fortaleza le entrega las llaves al monarca,
que se las devuelve diciendo que no pueden estar en mejores manos. Pero
cuando la guardia del castillo se niega a admitir en sus muros a los
mercenarios alemanes que acompañan al rey, argumentando que los húngaros
le defenderán mejor, Lászlo V se enfurece. Cillei aprovecha para
encizañar un poco y manifestar una vez más su voluntad de acabar con la
familia
Hunyadi. El rey se resiste por breves momentos, pero Cillei le dice que si no vierte la sangre de los
Hunyadi
– a lo que Laszlo V se resiste-, ellos derramarán la suya. Con carta
blanca de su señor, Cillei –que ambiciona el trono para sí- escribe a
toda prisa una carta y se la entrega a un oficial. Es otro mensaje para
el príncipe serbio. Descubrimos poco después que los varones de la
familia
Hunyadi serán invitados a un banquete esa misma noche, banquete que presidirá el rey. En medio de la fiesta, serán asesinados.
Aria de Lászlo, Acto I

Mientras
tanto nuestro héroe, a solas, sueña con su prometida, Mária. De sus
pensamientos le arranca bruscamente Rozgonyi, el oficial al que Cillei
ha entregado la carta que podría acabar con la vida de los
Hunyadi.
Pero da la casualidad de que Rozgonyi es fiel a éstos y revela la
conjura a Lászlo. Éste reune a sus partidarios; cuando Cillei llega muy
zalamero para transmitir la fatídica invitación, Lászlo lo llama traidor
y le arroja la carta a la cara. Por supuesto Cillei lo niega todo,
pero, ante la evidencia que lo condena, insulta a Lászlo – llamándolo
perro valaco – y lo ataca de improviso con su espada. El desarmado
Lászlo logra parar el golpe con el brazo. Los partidarios de
Hunyadi
se abalanzan sobre Cillei y lo hieren mortalmente. Con su último
suspiro, maldice a todos los húngaros. El rey llega entonces y,
aterrorizado, finge otorgar el perdón. Un coro triunfal que alaba al
soberano se alza, para celebrar la muerte del traidor.
Final del Acto I
El juramento del Rey. Ternesvár.
De nuevo nos encontramos en espera de una visita del rey, aunque en
esta ocasión es la madre de László y de su hermano pequeño Matya quien
espera, rodeada de sus damas de honor. La mujer tiene el presentimiento
de que el perdón del rey es falso y que el soberano busca la muerte de sus hijos.
Incluso ha tenido una visión en la que László se arrodilla para ofrecer
su cuello al hacha del verdugo. Las damas intentan tranquilizarla. Con
ella se encuentra Maria, la hermosa prometida de Lászlo. Cuando el rey
llega, la madre de los
Hunyadi cae a sus pies, rogando por la vida de sus hijos. El rey le asegura que, en memoria del esposo de Erzebet, Janos
Hunyadi,
no buscará sus muertes. Pero repentinamente la presencia de Maria atrae
sus miradas. El padre de la muchacha se da cuenta de que su señor se
siente atraído por la prometida de László y se propone utilizarla para
obtener mayor poder en la Corte. El rey hace llamar a los
Hunyadi
y la familia se reúne, dichosa. Erzsebet se queda sola, pero tanta
generosidad por parte del rey hace que tenga malos presentimientos.
Laszlo y Maria cantan extasiados su amor, mientras, en la capilla, el
rey jura solemnemente que no derramará la sangre de los
Hunyadi y que perdona la muerte de Cillei.
Cabaletta de Mária Gara
La intriga. Buda, en el palacio Real. László y su futuro suegro, Gara, hablan sobre la próxima boda del mayor de los
Hunyadi
y Maria. Lászlo quiere desposar a su amada cuando antes; siente que el
aire de la capital está envenenado contra él, y después de la boda se
despedirá del rey y, con Maria, se irá al castillo de Temes, donde puede
respirar más libremente. Confía en Gara para que se lo comunique al
soberano y luego va a reunirse con su prometida. A Gara no le hace
demasiada gracia la noticia. ¿Por qué va a permitir que su hija se case
con un
Hunyadi, si puede hacer que se
convierta en la amante del rey? Mientras tanto éste, obsesionado con
Maria, no para de pensar en ella y de autocompadecerse, ya que la joven
se le antoja inaccesible. Irrumpe Gara, que le anuncia que esa misma
noche Mária será suya. El rey le pregunta de muy mal talante si bromea,
¿no iba a casarse con
Hunyadi? Gara le
dice entonces que su yerno le acaba de confiar un plan para asesinarlo,
haciendo que lo estrangulen en el festín nupcial. Sin plantearse un
momento si hay alguna evidencia de lo que Gara dice y recordando el
destino de Cillei, el monarca ordena el arresto de László, felicitándose
porque Maria será suya. Ajenos a todo el tejemaneje, László y Mária
celebran su banquete nupcial rodeados de sus invitados. La fiesta
es interrumpida cuando Gara aparece acompañado de hombres armados. Ante
el estupor general, arresta a Lászlo y lo arrebata de los brazos de
Mária.
Danza (Palotás)
El patíbulo. En las mazmorras,
Lászlo se siente en paz consigo mismo, pues no es culpable de la
traición que se le imputa. No obstante, no cree que vayan a ejecutarlo
sin un juicio, y cree que si puede ver al rey todo se aclarará. Piensa
en Mária, a la que imagina llorando, rota por el dolor. Pero la joven
tiene bastante más iniciativa de lo que su amado imagina. Bruscamente la
puerta de la celda se abre: es ella; ha conseguido sobornar a los
guardianes y no encontrarán dificultades para escapar, si lo hacen
inmediatamente. Pero Lászlo se niega a escapar, sólo huyen los
culpables, y él es inocente. Desesperada, Mária se arroja en sus brazos y
le cuenta que el patíbulo ya ha sido levantado para él: no habrá juicio
y será entregado al hacha de inmediato. Gara interrumpe la
conversación; al sorprender a su hija en brazos de Lászlo, la amenaza
con maldecirla para siempre si persiste en su amor deshonroso, lo que no
deja de resultar pintoresco viniendo de un hombre que pretende
arrojarla al lecho real. Lászlo, aunque está desarmado, hace ademán de
defenderla del insulto. Mária se arrodilla ante su padre, suplicándole
que salve a su querido Lászlo. Éste aún cree que el rey será capaz de
averiguar la verdad y que su inocencia quedará demostrada. Lászlo y
Mária se despiden, jurando que se amarán más allá de la tumba. Gara
ordena que se lleven a la muchacha. Luego es el turno de Lászlo, que
debe ser conducido al lugar de ejecución.
Escena final y preghiera de Erzsebet
Erzsebet intenta abrirse
paso entre los guardias para llegar ante el rey, gritando que su hijo va
a morir inocente. La tormenta estalla con toda su furia. Los guardias
le cierran el paso, y Erzsebet se arrodilla, pidiendo a Dios que salve a
su hijo, para ella y para la patria. Los guardias permanecen inflexibles ante ella.
Horrorizada, Erzsebet ve que su sueño se hace realidad: como en él, su
hijo se encamina al cadalso y ofrece su cuello al verdugo. Antes de que el verdugo alce el hacha, Lászlo proclama una vez más su
inocencia. Erzsebet ve cómo el hacha, por tres veces, yerra su objetivo.
El pueblo pide piedad, y todos interpretan que László es inocente, pues
el hacha aún no ha conseguido herirlo. Gara grita al verdugo que lo
golpee una vez más. Esta vez, la cabeza de László rueda por el suelo de
la plaza. Erzsebet grita y se desvanece. Cae el telón.
Os dejo la grabación de la representación del sábado, que fue en directo por la radio húngara. En cuanto a discografía oficial, nada mejor que empezar con la
grabación de Hungaroton con Sylvia Sass. Merece la pena y es fácil de encontrar
por ahí. Hay otras grabaciones, casi todas provenientes de la radio, un vídeo en blanco y negro de
una modesta producción setentera y algunas versiones filmadas, como
esta en la que encontramos una de las arias que Erkel añadió en distintas revisiones de la ópera a mayor lucimiento de los cantantes, en este caso Anne de La Grange, una de las grandes intérpretes del personaje de Erzsebet. Este aria alternativa, conocida como el Aria de La Grange, también fue grabada por sopranos históricas como
Lillian Nordica.
Férenc Erkel
HUNYADI LÁSZLÓ
Conductor - Domonkos Héja
King László V - Dániel Pataki Potyók
Ulrik Cillei the regent - László Szvétek
Erzsébet Szilágyi - Beatrix Fodor
László Hunyadi - Attila Fekete
Mátyás Hunyadi - Atala Schöck
Miklós Gara - Mihály Kálmándi
Mária Gara - Erika Miklósa
Mihály Szilágyi - Ákos Ambrus
Rozgonyi - András Habetler