
Toda carrera tiene algo de épica, de batalla contra todos...y contra uno mismo. Toda carrera precisa de héroes, de monstruos, de seres mitológicos y sobrehumanos, de personas capaces de superar el dolor y sobreponerse a la fatiga para alcanzar el objetivo final; llegar a la meta.
Si hay una carrera dotada de un halo extraordinario de épica y que es capaz de generar esa aureola mística que supera lo meramente deportivo, esa es Los 101 km. ¿Alguien lo duda?
Setenil, cual campo de batalla, es uno de los escenarios de esa épica Salamina, al menos, y eso me figuro, en su vertiente más sobrecogedora y poética, el momento en el que los héroes son aclamados a su paso por la ribera del gozo e intuyen a lo lejos, muy lejos aún, la victoria final.
¿Acaso no envidiaron los atenienses al corredor de Marathon que, adelantándose al grueso de su falange, cayó muerto tras anunciar a los suyos la victoria sobre los persas? Así lo quisieron los dioses, premiando su hazaña y dándole la muerte en ese día tan señalado de la victoria.
Toda carrera tiene algo de viaje, de búsqueda, de encuentro iniciático. El corredor, convertido en Ulises, no recuerda cuándo salió de Itaca, su amada patria. Lejos quedan sus tierras y sus gentes y sin embargo, suya es la senda del abrupto camino, las suaves laderas, el cañón de ese río que horada la piedra: Pago Dulce, la Molinilla, Peña Caída, El Cañuelo...sonoros topónimos de un pueblo donde la química del agua y la caliza se hacen escultura eterna.
"¡Ay Setenil!, romántico y primitivo
lejanas cumbres te rondan,
cristales de duro brillo". (1)
Una nueva familia lo abraza, los compañeros del camino y suyas son ahora estas tierras mitológicas y mágicas; a siete millas de Acinipo, la ciudad de la vid y las espigas, donde permanecen las huellas de Démeter, Core, Dionisos, allí, entre tajos y encinas, en Septemillium, nací de nuevo.
El corredor no sabe por qué corre. No sabe qué extraño arcano lo mueve a salir de su casa, abandonar la familia, realizar un esfuerzo sin recompensa. Siete veces nada, siete veces sitiada y siete veces intacta como una doncella, eso cuenta la leyenda, y sin embargo fue ganada. Constancia, quizás sea esa la lógica.
Una carrera, como una batalla, adquiere su leyenda con el sudor y la sangre de los que corren y combaten, pero también por el lugar donde transcurren los hechos. ¿Se imagina alguien los 101 km sin pasar por Setenil de las Bodegas? ¿Se imagina algún corredor una carrera sin el paso por Cabrerizas, Las Jabonerías, Las Cuevas del Sol, calles todas a una margen del Guadalporcun? Porque Setenil es eso, la bendita ribera del gozo que embriaga al corredor...el oasis reparador de fuerzas y ánimos que nos empuja a seguir.
La carrera es épica y épicos son los lugares por los que transcurre; morada de atávicos y crueles dioses donde aún resuenan los ecos de viejas batallas, que siempre disputaron los hombres por estas tierras hondas y femeninas.
El ocre de la piedra rompe el azul del cielo electrico. Piedras estriadas por el eterno besar del río, como el graderío de un circo donde combaten los gladiadores. Quizás los habitantes de Acinipo se inspiraron en estos tajos y cuevas para crear el suyo a martillo y cincel. ¡Setenil colosal! grandiosa obra de gigantes.
El corredor, ajeno quizás a todo esto de lo que hablamos, empeñado quizás en su Desfiladero de las Termópilas personal, vislumbra en el estupor de su fatiga la magia de los lugares por los que pasa y algo de esa huella primigenia queda en su memoria. Recuerda el poema de Covafis:
"Cuando te encuentres de camino a Itaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos...
Ten siempre en tu mente a Itaca.
La llegada allí es tu destino.
pero no apresures tu viaje en absoluto.
mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico por cuanto ganaste en el camino..."(2)
Al fin y al cabo "La belleza es verdad y la verdad belleza: Nada más es preciso saber en la tierra"(3)
Buena carrera, buen camino.
1.(Ángel Ganivet)
2. (Kostantin Kovafis)
3.(John Kents)
Rafael Vargas Villalón

Visitar la
Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Setenil siempre es un placer,
pero si esa visita la haces con personas especializadas, que pueden interpretar
una obra de arte y que son capaces de transmitir las sensaciones que le produce
la misma, esa visita gana enteros.
Juan, el
Director del Museo Arqueológico de Cádiz
es una de esas personas. El Cristo de la Vera Cruz, la Casulla de Isabel La
Católica y el resto del tesoro de la Iglesia, la misma Iglesia. No quedó objeto
ni rincón sin su análisis ni comentario:
Una iglesia
magnífica, dos iglesias en una, la mudéjar y la tardo gótica. Tras la conquista
los cristianos construyeron sobre la mezquita una iglesia mudéjar. Luego, más
adelante, la Diócesis de Sevilla, quizás para marcar el territorio frente a la de
Málaga, pretende la erección de otra iglesia de mayor lustre, toda una iglesia
catedralicia.
Se empieza
por el ábside, el altar, derruyendo progresivamente la iglesia mudéjar e ir construyendo la nueva, hasta que por
alguna razón se queda hasta el corte que hoy todos vemos en el último tercio, a
la altura de los brazos de la cruz. ¿Se acabó el dinero? Quizás, el caso es que
Nuestra Iglesia Mayor presenta un aspecto achatado, el propio de un templo
inacabado. Si se hubieran concluido las obras nuestra iglesia llegaría hasta la
mitad de la Plaza de la Villa.
Iglesia con
planta de cruz latina y una sola nave, dos estilos, el mudéjar, con esas
pinturas cubiertas de mortero, sincretismo entre diferentes estilos cristianos
y el musulmán, un fenómeno exclusivamente hispano, y el tardo gótico, el de un
estilo indefinido a medio camino entre dos tiempos; bóveda de crucería con los
nervios y la clave, ventanas ojivales
partidas por columnas renacentistas, vidrieras que serían en su día, altura y
luz, la búsqueda de Dios a través de la piedra y el cristal, soportados por recias
columnas que apuntan ya a los nuevos estilos del renacimiento.
Dos iglesias
en una y un sincretismo de estilos y soluciones que la hacen única.
Nota: como no soy experto en arte y el tema es cuanto menos complejo, esta entrada está abierta a otras interpretaciones diferentes.

Los próximos días 7,8 y 9 de octubre celebramos en Setenil “La
Fiesta de Moros y Cristianos”, un evento lúdico, festivo
y cultural que pretende rememorar
el que sin duda es el episodio histórico más representativo de nuestro pueblo:
La Toma de Setenil por los Reyes Católicos en 1484.

Mucho se ha escrito y hablado sobre este lance de la Guerra
de Granada en la que Setenil entra con letras de oro en la Historia; sobre el
uso de la artillería a gran escala para la toma de la villa, sobre el hospital
de campaña conocido como “Hospital de la Reina”, hitos que aparecen en la
historia militar como auténticas innovaciones tácticas y tecnológicas, sobre la
presencia de los Reyes Católicos en “La Toma”, segura la del Rey Fernando,
discutida la de la Reina Isabel, lo del Infante Don Sebastián, sobre el
misterio de los cristianos cautivos, en fin, lo que si resulta indudable es la
impronta que “La Toma” ha tenido en nuestra historia, como Setenil deja atrás
ocho siglos de pasado musulmán para pasar al bando cristiano, y en definitiva
al mundo moderno en el que los Reinos Hispánicos se aprestan a dominar el
mundo.
“La Toma” viene a representar esto, el fin de una época,
donde un mundo nuevo se abre paso frente a otro, el fin del medievo setenileño
y la entrada de nuestro pueblo en el occidente cristiano.
En nuestro bagaje cultural y nuestra memoria histórica
quedan sin embargo aquello que compartimos durante tantos siglos, unas veces en
buena armonía y otras en franca lucha; mestizaje de lenguas y personas, una
cultura densa y abigarrada, una música plagada de instrumentos comunes, una
literatura, el romancero, con sus amores y querellas, una forma especial de
hablar el castellano, la sensualidad y el gusto por la vida y un marcado carácter
en definitiva que nos dice hijos de la frontera.
Así pues, Setenileños y visitantes, disfruten los próximos
días 6, 7 y 8 de octubre de nuestras Fiestas de Moros y Cristianos y déjense transportar
a una época de leyenda que es la se
cuenta en los romances. No pierdan la oportunidad de volver al Setenil del
quince, el del Cordi, el Rey Fernando, el
Gran Capitán, el Marqués de Cádiz
y tantos otros, el de las cabalgadas, el de las talas, el de los escaladores,
el de los enriscados moros afianzados en El Lizón, el Setenil en definitiva de “Moros
y Cristianos”.

Pasamos en esta tarde de domingo una historia publicada en este blog el 18 de febrero de 2013, donde damos cuenta de un relato muy de la época romántica; franceses huyendo por esos montes y acosados por las partidas guerrilleras, desamores y despechos, suicidios por un desamor, la honra...en fin, un relato con todos los componentes románticos. Os dejo con las historias de El Pellejero.
El pellejero
 |
El sueño de la Razón produce monstruos. Goya |
Contaba hace años un viejo, que su abuelo le narraba una historia que cuando chico le referían los viejos, de un anciano al que todos llamaban el pellejero. Habitaba este hombre en una casa grande y destartalada en lo que yo pienso que hoy sería la confluencia de La Calle Triana con las Cuevas del Sol. Al parecer, el piso bajo era una planta diáfana a la que se accedía por un portalón de madera tan amplio como para que entrase una carreta. El suelo era una superficie sucia de arena albariza compactada por el continuo transitar de gente.
Contaba este viejo que aún en su niñez emanaban de aquel suelo de albero los efluvios añejos del vino, dando que pensar que aquella estancia en su tiempo sería un almacén de licores o bodega donde se apilarían barriles y pellejos. Vinos y caldos de aquellas cepas milenarias que se criaban antaño en los campos de Setenil y cuyos aromas, densos y pesados, rezumaban eternos como los fantasmas de antiguos parientes.
Sería el pellejero este un bodeguero o tratante de vinos, aunque quizás fuera su oficio el de tonelero o fabricante de odres y pellejos, trabajo auxiliar de lo que a principios del XIX aun sería una industria importante en Setenil.
El caso y es lo que nos trae, que el pellejero este refería una historia de cuando los franceses andaban por estos lugares con lo de la invasión, una historia que a fuerza de pasar de boca en boca resulta hoy más un folletín novelesco de esos que recitaran los ciegos ambulantes, que un suceso que hubiera ocurrido en realidad.
Sería por los años en que las tropas francesas se retiraban de la Serranía después de reiterados reveses militares y políticos. En el escenario de este repliegue estratégico donde el caos y el desorden se apoderan de Ronda y los pueblos limítrofes, eran muchos los que abandonaban la ciudad del Tajo por el temor a las represalias que pudieran tomar contra ellos la multitud exaltada. Eran los afrancesados, burgueses, profesionales libres y aristócratas ilustrados que colaboraron con los invasores, bien por obediencia debida, miedo, ambición o en gran medida por la convicción de que los franceses traerían el progreso y modernidad a aquella España anquilosada en ancestrales creencias que lastraban su futuro.
Huían los destacamentos imperiales por estas sierras buscando quizás la seguridad que le brindaban otras ciudades más grandes, siempre hostigadas por partidas guerrilleras que aprovechaban cualquier descuido para asestar una emboscada entre las breñas y recodos de esta escarpada geografía.
Contaba este viejo que refería aquel pellejero a quien lo quisiera escuchar, que un grupo de soldados franceses a caballo dejó la seguridad de la comitiva que abandonaba Ronda, para desviarse a Setenil. Venía con estos soldados un aristócrata rondeño que por una u otra razón, quizás el pago de una fuerte suma de dinero, los había convencido para que le ayudaran a recuperar a su mujer, que le había abandonado junto con su hijo pequeño y se había refugiado con su amante y familiares en un cortijo de Setenil, y es aquí como digo donde la historia toma tintes de revista romántica, de folletín de aventuras donde una brava e indómita mujer, bellísima por cierto, abandona a su adinerado marido, afrancesado e intelectual además, para huir y caer en brazos de su amante.
El caso es que la prófuga se refugia tras los altos y blancos muros de algún cortijo setenileño, protegida por su querido y hermanos que resistieron a trabucazo limpio el intento de rescate del marido despechado y aquellos soldados imperiales.
Finalmente no lograron su propósito y aterrorizados quizás por la proximidad de las partidas guerrilleras que perseguían a los franceses, optaron por desistir y dejar a esa brava mujer con su amante setenileño.
Termina la novelita con que para no sufrir el mal de los cuernos, el rondeño se descerrajó un tiro en la sien en cualquier recodo de su periplo.
Tiene esta historia de todo; amor, pasión, infidelidad, tiros, la vergüenza para aquellos que habían colaborado con los invasores y la bizarría de aquellos españoles que le habían hecho frente y les habían herido donde más les duele, en la cabeza. Subsiste incluso la rivalidad de Setenil con Ronda, que aún perduraría en el subconsciente popular después de tantas disputas y agravios. Queda además la presencia de ese niño, hijo de un aristócrata de altísima alcurnia y del que seguramente muchos se dirían descendientes décadas después.
Ignoramos los nombres de aquella bella mujer, de su pequeño e inocente hijo, del gallardo amante setenileño y del marido despechado, ignoramos incluso si las gentes y sucesos son reales o inventados, si esta historia no son más que los recuerdos de un viejo que cuando niño la oyó de boca de un anciano que gustaba de impresionar a los zagales. Yo la escuché hace muchos años en el puente de la Calle Ronda, desubicada temporalmente y adornada con toda clase de exageraciones y recreaciones. El anciano que me la contó hablaba además del pellejero como un ser mitológico que muriera centenario, sanador de huesos y recitador de ensalmos, cuyo espíritu morara aquella casa tiempo después de su muerte.
Imaginamos a aquel pellejero de Setenil escuchando cuando niño los romances de ciegos que cantaban estas historias tan del agrado del público en general, como las había adaptado, hecho suyas y finalmente como se las había contado a los niños que todos los días se apilaban en la solana de su puerta para verlo trabajar y oírle contar esta y otras extravagantes anécdotas, porque ¿no se trata de eso? De contar y escuchar, de poblar las imaginaciones de un niño, de crear un universo de seres y sucesos increíbles, de sentarnos alrededor del fuego para recrear fábulas y mitos, palabras y pensamientos, de parir héroes y monstruos, de tratar de entender el mundo en definitiva. Visto de esta manera, que más da que el cuento sea cierto o inventado.
"Cuando la razón dormita, los miedos despiertan, lo atávico se despereza, los temores primitivos nos poséen, las pesadillas plagadas de engendros y fantasmas, de seres imposibles y espectros que vagan errabundos nos invaden sin tregua..."
¡Salud amigos!

Sin duda, uno de los hitos de la historia política de España es la Constitución de Cádiz de 1812, popularmente conocida como La Pepa, desde luego un hecho imprescindible para conocer el convulso siglo XIX en el que desarrolla el movimiento Romántico.
Os paso una entrada publicada en Setenil Rural el 19 de marzo de 2012.
La Constitución de Cádiz de 1812
Foto: Cortes de Cádiz. Salvador Viniegra (1862-1915)
Hoy, 19 de marzo de 2012 día de
San José, se cumplen 200 años de la jura de la Constitución de Cádiz. ¿Alguien no se había enterado? Pues sí, doscientos años hace que, en plena Guerra de la Independencia contra los franceses, se jurara en el Oratorio de San Felipe Neri este hito de la historia de España; ¡la Pepa!
Aunque habría que matizar tanta información con la que nos han bombardeado en los últimos días, lo cierto es que la Constitución de Cádiz es una autentica revolución política que sienta las bases de los futuros modelos liberales en España; Las Cortes representaban a la Nación Española en la que reside la Soberanía Nacional, división de poderes, independencia del poder judicial, sufragio, monarquía parlamentaria, la igualdad de los españoles de "ambos hemisferios" y libertad de prensa son algunos de los principios que se recogen en esta densa norma de 384 artículos.
Quizás la principal virtud de
La Pepa reside en su capacidad de aglutinar la extraordinaria heterogeneidad de los diputados de las Cortes, no por ello de la sociedad española en su conjunto; liberales y tradicionalistas, burgueses, nobleza de alcurnia y nobleza de nuevo ingreso, el clero, incluida la representación de la Santa Inquisición, representantes de todos los territorios de la corona,
"los españoles de ambos Hemisferios".
"La legislación de las Cortes de Cádiz no sólo representaba un golpe mortal para la estructura social y económica que definía el antiguo régimen. Al romper el orden estamental, preparaba el terreno para que la burguesía liberal asumiera el papel dominante que hasta entonce había correspondido a los antiguos estamentos privilegiados. Ello suponía introducir modelos de carácter esencialmente revolucionario, para los que el país no estaba preparado ni la burguesía, muy débil aún, era capaz de desarrollar con éxito.
La obra de las Cortes de Cádiz marcó los rumbos del liberalismo español del siglo XIX, pero sus ambiciosas reformas tuvieron una plasmación imperfecta y muy lenta, permanentemente obstaculizada por la resistencia de las fuerzas tradicionales y la presión de aquellos sectores sociales (el campesinado sin tierra y el proletariado industrial), que sufrieron las consecuencias negativas del proceso de liberalización"
Historia política y Social Moderna y Contemporánea. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid 2001 (por cierto, aprobé esta signatura con sobresaliente)
Desde luego, aún quedaría mucho tiempo, cerca de un siglo, para que la voz de los desheredados se oiga.
El extraordinario ambiente que se vive durante estos años en la cosmopolita y liberal
Tacita de Plata, hace que surjan gran cantidad de publicaciones, gacetillas y periódicos que informan sobre el proceso constituyente y los avatares de la Guerra de la Independencia. Setenil andaría por aquellos entonces con sus guerrillas y su
cura Lobo luchando contra el invasor. En
El Conciso, un mes escaso después de la proclamación de la Constitución de Cádiz, nuestro pueblo aparece como teatro de operaciones de la guerra:
"Sábado 18 de Abril de 1812. Año V. de la gloriosa lucha del pueblo Español contra la tiranía.
Algeciras 14 de Abril. Las últimas noticias que tenemos del general Ballesteros son, que estaba su cuartel general en Setenil de las Bodegas, (dos leguas de Ronda): la vanguardia en Algodonales, y la primera y tercera división marchaban sobre Osuna. De Gausín y Casares había salido la artillería gruesa para batir el castillo de Zahara. Quedan embarcados en esta bahía en trasportes ingleses 800 quintos, y se esperan otros tantos, que seguirán al depósito de Cádiz. Ha fondeado en Gibraltar una fragata de guerra francesa apresada en el Adriático. Ha pasado el convoy de Malta para Inglaterra, y para Alicante el español, escoltado por el navío de guerra América.
Cádiz 17 de abril. Ha llegado a Gibraltar, entre otros artículos, una gran remesa de fusiles, de los 900 que parece se destinan para España"¡Todo un cuartel general en Setenil!
Quizás el ejemplo que deberíamos sacar de La Constitución de Cádiz de 1812, es que su nacimiento significa la capacidad de unión de aquellos españoles en un momento tan crítico como era la invasión del país por ejércitos extranjeros, independientemente de su ideología y forma de entender la vida, el proyecto común de una nación que deja atrás sus atávicas y estériles disputas partidistas para salir del atolladero en el que se encontraba.
Por todo eso ¡Salud amigos! y ¿por que no?
¡viva La Pepa!
Foto: Boceto para la jura de la Constitución de Cádiz.1812Juan Manuel Blanes (1830-1901) Fecha 1872
En plena celebración de la Fiesta de los viajeros, arrieros y bandoleros de la Serranía de Ronda, lo que conocemos como Ronda Romántica, reeditamos algunas entradas de Setenil Rural donde se evocan estampas de aquellos finales del XVIII y XIX que tanto marcaron el carácter de nuestra comarca.
La historia de Setenil está llena de hitos y personajes románticos; contrabandistas, bandoleros, guerrilleros, relatos de viajeros que recorrieron nuestros campos y refieren Setenil, pueblo sorprendente y misterioso, un Setenil romántico.
El Cura Lobo: Un Guerrillero en Setenil
Me van a perdonar ustedes pero vamos a dar un salto de siglos en la historia y nos vamos a plantar en los albores del siglo XIX, en plena Guerra de la Independencia, cuando los franceses andaban por estos andurriales metiéndonos la liberté, igualité y fraternité por donde la espalda pierde su casto nombre. ( me recuerda esto a otra guerra mucho más reciente).
Así, dejamos por el momento a ese Setenil recién conquistado que se desparrama fuera de sus murallas, a los hidalgos, sus pleitos y sus archivos pendientes de ser retomados, que la cosa lo merece. La actualidad manda, y la Guerra de la Independencia está muy de moda con el tema de su bicentenario.
Después de varios siglos de humildes y provincianas crónicas, Setenil y su comarca vuelven a asomarse a la historia durante la invasión de España por los franceses, donde nuestros valles y montes sirvieron de escenario a esa estampa tan romántica y nuestra de la guerra de guerrillas contra el invasor. No vamos a tratar en esta entrada de la razón por la cual los ejércitos de Napoleón irrumpieron a saco en España, pero el caso es que este episodio histórico ha sido considerado por no pocos historiadores como el verdadero inicio de una auténtica conciencia nacional española, curiosamente idéntica en toda nuestra geografía, sirviendo como elemento cohesionador el odio al invasor y el amor a nuestras costumbres. Lástima que la proverbial impericia de nuestros gobernantes, con su rey a la cabeza, no hiciera buen uso de esta chispa, y convirtieran entre todos al siglo XIX en el más desastroso de nuestra historia.
El caso es que los franceses plantaron las Águilas Imperiales en la Serranía de Ronda, ocuparon nuestros pueblos y ciudades y aplicaron un férreo control a la vida diaria de los serranos. Sirva de base para nuestro relato el siguiente documento extraído de la publicación
BAETICA de la Facultad de Filosofía y Letras de la UMA, titulado Vida Cotidiana en Ronda durante la Ocupación Francesa, ponencia presentada por la Dra. Marion Reder Gadow. Aconsejo su lectura, muy amena por cierto, para conocer como se desarrollaron los acontecimientos relativos a la ocupación y posterior liberación de la Ciudad del Tajo y su serranía, como ocurrieron los hechos, con fechas, nombres y cifras, dando detalles de las cosas más simples.
De la lectura de estas páginas de sacan varias conclusiones ya conocidas por todos:
La Lucha contra los franceses no surge desde ninguna instancia jerárquica en forma de orden o proclama, sino que aparece de forma dispersa en diversos puntos de la geografía nacional, para más adelante confluir bajo un mismo mando. Además, la resistencia no se produce como una situación predeterminada, sino que se va gestando conforme los serranos comprueban en sus carnes los desmanes e injusticias a los que son sometidos.
Pese a la fría acogida que las clases altas ofrecen a los franceses, son las clases populares las que plantan feroz resistencia a los invasores y las que llevan a cabo la mayoría de actos de lucha y heroísmo, pagando así mismo el mayor peaje en la guerra.
Queda claro, que pese a que los focos de lucha se dieron por diferentes puntos y que las principales batallas se desarrollaron en otros lugares, La Serranía de Ronda se convirtió en un auténtico cementerio para las tropas imperiales; ¡Los franceses las pasaron canutas por estas tierras!
A cuento de esto último tenemos el relato de Jean Michel Rocca (178?-1818) “Memories Sur La Guerre Des Francais en Espagne” Londres 1815. (pongo un enlace del mismo original en Inglés). Nos cuenta este hombre como muy cerca de Setenil fué atacado por un grupo de guerrilleros al mando de un cura, y como por pedir confesión le fue perdonada la vida cuando fue herido y hecho prisionero. No serían tan crueles nuestros tatarabuelos como los pintaban. Un extracto de este relato fue publicado en la última revista de Los Blancos.
JEAN MICHEL ROCCA (178?-1818)
EL HOMBRE.
La Guerra de la Independencia, al tiempo que obstaculiza el paso a los visitantes
tradicionales, pone en escena a otro tipo de viajero diferente, al que llamaríamos obligado, que llega
formando parte del ejército invasor y al que la contienda da la oportunidad de narrar los
acontecimientos bélicos a la par que describir el país y las costumbres de sus habitantes.
Entre estos últimos se encuentra Rocca, oficial de húsares de las tropas francesas. Las
heridas recibidas en España le obligaron a abandonar su carrera militar. Se casó en secreto con su compatriota, la escritora Madame de Stael.
SINTESIS DEL RELATO.
Ante todo el joven Rocca es una persona instruida, que habla a la perfección nuestro idioma, y al que sus proyectos de formarse una brillante carrera militar, le han puesto en una situación comprometida, al ser testigo y protagonista a la par de una guerra, como el mismo nos confiesa, “injusta”, y aunque todas, en el fondo, lo sean, él no encuentra otra calificativo más apropiado para, sin comprometerse demasiado, ondenar la desmedida ambición de Napoleón, su jefe y el sueño de incorporar Europa a su futuro imperio.
Por lo pronto, la empresa de doblegar a España no es empresa fácil y las tropas napoleónicas lo están sintiendo en carne propia. Rocca, que había llegado a la Serranía un 19 de marzo de 1809, quince días después de que José Bonaparte abandonara Ronda, es uno más entre los franceses que sufren las iras de los habitantes de los pueblos serranos al paso por sus tierras, y él puede dar buena fe de ello. De hecho, entre escaramuza y escaramuza, entre emboscada y emboscada (y siempre son los gabachos los atrapados, los diezmados), entre sobresalto y sobresalto, cuando tiene un respiro que casi nunca es tal, Rocca toma notas y medita sobre los acontecimientos, siempre cruentos del día. Aquí permanece hasta el 22 de junio y en todo este tiempo ha aprendido una lección que tenazmente han tratado de repetirle por todas partes, en Olvera, en Setenil, en Cañete, en Teba, en Campillos, por toda la agreste Serranía : que estos serranos se han tomado la guerra como una cruzada religiosa en defensa de su patria y de su rey. Para más certeza de sus intenciones, de lo que les espera, las mujeres llevan cintas rojas en el pelo con la leyenda de vencer o morir por España y por Fernando VII, cuando no pintados en sus vestidos la propia imagen del rey y la de los generales españoles que se están destacando en la contienda. Y es que las mujeres se han tomado, también las batallas como suyas, y como espectadoras, sentadas en las rocas más altas, jalean a los hombres para que no se dejen avasallar por el enemigo e incluso participan a veces con una ferocidad inusitada, sin que les tiemble la mano si de rematarlos se trata.
LA OBRA.
MEMOIRES SUR LA GUERRE DES FRANCAIS EN ESPAGNE, Londres, 1815.
Bibliografía:
http://www.colectivoginer.com/htm/viajero.pdf
Memoirs of the War of the French in Spain (Edición Original en Inglés)
Escrito por Rocca, Maria Callcott. Londres 1815
Para el conocimiento de esta época tan convulsa de nuestra historia, los historiadores buscan en los archivos municipales, pese a que el fuego francés se llevó por delante gran parte de ellos, pero como podemos ver abundan tambien las crónicas de viajeros como la que acabamos de leer. Además de Rocca tenemos a otros como el británico Willian Jacob, al oficial imperial Farinelli, el oficial franco-polaco Stanislaw Broekere, Zygmunt Sulima etc. Todos ellos, imbuidos del espíritu romántico de la época, nos hablan en sus escritos de recuerdos de la guerra en la comarca rondeña, apareciendo en no pocos casos mención a Setenil.
Así pues, el 10 de Febrero de 1810 las tropas imperiales hacen su entrada en Ronda para pesar de su población , a cuyos oidos han llegado noticias de los desmanes que la soldadesca comete con la población civil, como ocurrió unos días antes en Málaga, pese a la nula resistencia de la gran ciudad portuaria:
"... a pesar de la indiferencia y pasividad que les dispensaron los rondeños, los soldados franceses mantuvieron una actitud violenta, cometiendo saqueos que provocaron algunos muertos entre la población civil. Victima de esta violencia fué el farmaceútico José Aguilar, que al no entregar la totalidad del dinero..."
Los invasores pronto organizaron la ocupación de la ciudad, cuyo control era imprescindible para dominar toda su comarca. Así, la Jerarquía rondeña, con su nobleza al frente (salvo en contadas y notables excepciones), colaboró bien con su pasividad o bien con su manifiesta adhesión, con las autoridades francesas:
"...también la nobleza rondeña se mostró complaciente con los mandos militares franceses durante los primeros meses de ocupación. Como en otras ciudades de España, la nobleza y la burguesía se sentían más próximas a los franceses, adoptando sus modas y hábitos como un tono de distinción."
Los franceses necesitaban dinero para fortificación de las viejas defensas de la ciudad, así que a alguien se le ocurrió demandárselo no sólo al cabildo rondeño, sino también a otros pueblos de su comarca:
"...que se pida un préstamo de 250.000 reales repartidos: 150.000 a Málaga, 30.000 a Ardales, 30.000 a Alcalá del Valle, 15.000 a Teba, 10.000 a Cañete y Setenil y 6000 a Arriate."
Bibliografía: Archivo Municipal de Ronda, Actas Capitulares, Cabildo de 27 de Marzo de 1810.
El caso es que los franceses no sólo les tocaban la moral a los serranos, sino que además les tocaban los bolsillos. Los desmanes se suceden por toda la serranía. Destacar aquí que el
escudo de Algodonales es una casa ardiendo, con el lema:
por la Independencia Nacional. ¿Adivinan quién prendió fuego a la casa y se pasó por la piedra a centenares de sus vecinos?
Como dije al principio, los franceses no tuvieron demasiado respeto por nada ni nadie en nuestras tierras, donde las ideas revolucionarias de legalidad, igualdad y fraternidad aún no sonaban mucho. La reacción de la brava población serrana no se hizo esperar.
Partidas de guerrilleros se echaron al monte por toda la serranía, hostigando al enemigo allá por donde mostrara un punto débil. Desde todos los pueblos surgían espías para pasar información y fieros bandoleros dispuestos a destripar a cuanto gabacho se le pusiera delante.
Hay que destacar la historia del famoso cura Lobo, un guerrillero de Setenil:
"...El Obispo Lamadrid destinó a Francisco Lobo y Olid al curato de Setenil en el año 1805, Según una certificación, observó en su destino la mejor conducta, predicó el evangelio y practicó los cultos que su ministerio exigía. Incluso se hizo dueño de la voluntad de la feligresía. Llegó la Guerra, y Lobo se negó a obedecer cualquier orden que no viniera de la Junta Suprema de Sevilla. Apenas supo el guerrillero que en Ronda se encontraba José I, intentó sublevar a Setenil, Olvera, Torre-Alháquime, Osuna, Alcalá del Valle y otros pueblos. Supo que una partida de dragones había salido hacia Olvera, y cque se hallaba cerca de Acinipo, por lo que convocó a los serranos y se presentó en aquellos parajes para enfrentarse a ellos. La sorpresa del ataque facilitó que muchos murieran y otros llegaran a Ronda huyendo hasta las afueras de la ciudad. presas del pavor, los franceses evacuaron la ciudad. Al regresar los franceses a Ronda, Lobo ideó un plan para apoderarse de un cañón que el general Horacio Sebastiani enviaba. Reclutó a vecinos aptos para las armas y se enfrentaron a los franceses, cerca de la Venta de Parchite. El socorro de un destacamento de dragones fustró el plan del cura Lobo, que no dejó de fraguar guerrillas hasta que se estableció en Olvera una fuerte guarnición. Los franceses proclamaron una orden de captura contra Francisco Lobo, ofreciendo una recompensa a quién lo entregara vivo o muerto. La prudencia encaminó al eclesiástico a buscar refugio en Gibraltar. Regresó en 1813, y recibió una acogida entusiasta por parte de su feligresía ( es decir, por los setenileños), en la cual permaneció hasta que fué promobida al curato de Estepona. EN 12 de Agosto de 1815, el Ayuntamineto de Setenil hizo constar en sus acuerdos todos los méritos realizados por el cura Lobo y que han servido de fuente a este informe."
Bibliografía: Pascual, P.,OP.Cit
Tengo la duda si es este primer encuentro de las partidas setenileñas con los dragones cerca de Acinipo es donde fue herido Rocca. No lo se. creo recordar que en el relato se habla de un paraje parecido al que hoy serían Los Escarpes del Río Trejo, además de tratarse Húsares y Dragones de cuerpos muy diferentes, pese a pertenecer ambos a la caballería Imperial. Pese a la crueldad de la que hablan estos afectados oficiales galos, los lugareños sólo defendían lo que ellos creían que era justo: sus casas, sus haciendas y sus sagradas costumbres, y que él mismo salvó su vida por pedir confesión tras su captura por los guerrilleros, siendo curado de sus heridas y libertado más adelante.
Recomiendo encarecidamente la lectura del texto del cual he sacado estos extractos. No puedo poner un enlace directo, pero pinchad en Googlee los datos de la bibliografía y acceder sin ningún problema. A mi me parece conmovedor leer como estos abuelos de nuestros bisabuelos le plantaron cara al mismísimo Napoleón y se las hicieron pasar canutas al más poderoso ejército del mundo. (siete u ocho generaciones nos separan de estos valientes). Así mismo podemos volver a admirar los grabados de Goya titulados "Los Desastres de la Guerra", lo cual nos da una idea muy certera de lo dura y cruenta que llegó a ser esta contienda.
Se dieron en esta guerra grandes batallas, como la de Bailén, y una constitución a las que los gaditanos llamaron La Pepa, de clara inspiración liberal. Tristes ilusiones de un pueblo que quizás no estubiera aún preparado para la libertad.
Bibliografía:
Revista BAETICA, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UMA: "Vida Cotidiana en Ronda durante la Ocupación Francesa", ponencia presentada por la Dra. Marion Reder Gadow en el curso: Ocupación Francesa de Ronda y su Serranía, en los Cursos Universitarios de Verano organizados por la UMA y Fundación Unicaja en ronda del 28 de Junio al 1 de Agosto de 2003. coordinados por el profesor Emilio de Diego.
El Húsar. Arturo Pérez reverte. 1983


Bueno amigos, quizás les deba a todos ustedes una disculpa por ausentarme más tiempo del debido de estas páginas. Los que me conocen saben que ando metido en asuntos que requieren de mi atención más tiempo del que me gustaría, pero reconozco que no debería abandonar estas tierras de
"Setenil Rural" en las que juntos hemos pasado momentos tan placenteros.
Me he vuelto animar por esto del "Villa entre culturas", un evento de corte festivo que trata de representar una especie de recreación histórica de "moros y cristianos", con toma de la villa por los Reyes Católicos incluida, independientemente de que la conquista de Setenil fuera en Septiembre y evidentemente toda venta de convivencia idealizada entre culturas sería injustificada ya que por estas tierras lo que hicieron unos y otros fue quitarse el pellejo mutuamente.
Al margen de estos dislates históricos, los actos que cogerán todo el puente del 28 de febrero, tienen muy buena pinta, y pueden servir de acicate para que Setenil se sume al carro de este tipo de eventos culturales, como ya vienen haciendo desde hace décadas pueblos de nuestro entorno, y como quedó demostrado con la defensa de sus recreaciones históricas en la Feria Internacional de Turismo de Fitur por parte de localidades como Algodonales, El Bosque, Benamahoma y Grazalema.
Cierto es que Setenil, como siempre, parte con retraso, pero creo que es un buen momento para iniciar el camino.
Desde Setenil Rural animamos a la realización de este tipo de eventos y mostramos todo nuestro apoyo a la Concejalía de Fiestas de nuestra localidad para que el "Villa entre Culturas" sea un verdadero éxito.
P.D: Por cierto, si tienen ocasión guarden el cartel destinado al efecto. Una auténtica preciosidad.
En Setenil Rural, por nuestra parte, nos sumamos a los actos realizando una recopilación de diferentes episodios donde se narra esta "convivencia" entre moros y cristianos en Setenil, la vida en la frontera, las razias, las incursiones y cabalgadas, algunas lejanas batallas que nos ponen en situación hasta la toma definitiva de la villa por Los Reyes Católicos en 1484. Por aquí desfilan personajes como El Gran Capitán, alguno de los Cordis, Nicolás de Popielovo y por supuesto los televisivos Isabel y Fernando.
Pues nada amigos, espero que disfrutéis estos días del "Villa entre Culturas", y por favor, que no le demos muchas patadas a los libros de historia.
¡Salud amigos!
Para saber más sobre moros y cristianos en Setenil Rural:
Setenil en el Semanario Pintoresco Español. Setenil Rural. Noviembre 2012
Setenil en la obra "La Guerra en la Historia". Setenil Rural. Abril 2012
Las huestes de Setenil en la Batalla de Lopera. Setenil Rural. Febrero 2012
Setenil en "La Consolatia de Castilla" de Juan Barba. Setenil Rural. Diciembre 2011
La vida en la Frontera (I). Juan Ponce de León, 2º Marqués de Arcos. Setenil Rural. Septiembre 2011
La vida en la frontera (II). Las treguas de 1450. Setenil Rural. Setiembre de 2011
Apuntes sobre la historia de Setenil. El destino de los moros setenileños. Septiembre de 2011
Apuntes sobre la historia de Setenil. Nicolás de Popielovo, un caballero andante en Setenil. Setenil Rural. Septiembre 2011
Apuntes sobre la historia de Setenil. El aspecto ideológico en la conquista cristiana. Setenil Rural. Agosto de 2011
La Batalla de Las Fuentes del Guadalate. Setenil Rural. Julio 2010
La conquista de Setenil por los Reyes Católicos. Setenil Rural. Marzo de 2009
La vida en la frontera. Setenil Rural. Febrero 2009
El Cordi, alcaide de Setenil. Setenil Rural. Febrero 2009
El Romance de Fernandarias. Setenil Rural. Febrero 2009
Isabel y Fernando. Setenil Rural. Septiembre 2012
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Batalla entre moros y cristianos. Cantigas Alfonso X El Sabio |
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Cabalgada de la caballería musulmana. Cantigas Alfonso X el Sabio |
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Excelente de oro con las efigies de Isabel Y Fernando |
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Rendición de Granada de Francisco Pradilla |
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Representación de la toma de Setenil en la sillería de la Catedral de Toledo |
Rosario Ordóñez, con su hijo Miguel. A la izquierda, la comunicación oficial del Ayuntamiento de Setenil en la que se le deniega la instalación de un elevador en su vivienda
Detalle del proyecto del elevador presentado al Ayuntamiento de Setenil. La estructura desmontable que aparece en el centro iría por el exterior de la vivienda, en el comienzo del ensanche de esta amplia calle. La estructura de la casa hace muy complicada y costosa la instalación de un ascensor interior.
MIRIAM RUIZ ORDÓÑEZ
Con esta carta abierta
me quiero dirigir en nombre de mi familia a todos los vecinos de Setenil que nos han ayudado en nuestro empeño de colocar un elevador exterior para facilitar la movilidad de mi hermano Miguel. No sólo para mostrar de nuevo nuestro
agradecimiento, sino también para informar de la
situación actual del proyecto, que ha sufrido un vuelco en la última semana. Hace tan sólo unos días,
Miguel regresaba del Hospital de Ronda después de
21 días ingresado por una grave crisis respiratoria que nos hizo temer por su salud. Cuando apenas nos hemos recuperado del susto médico, la alegría del alta hospitalaria se ha visto empañada por la nueva barrera a la que nos tenemos que enfrentar:
una barrera burocrática.
Hace tres años que mi madre, con la
colaboración de muchísimos vecinos y asociaciones, comenzó la
recogida de tapones para recaudar los fondos que requiere la instalación de un ascensor que facilite la movilidad de mi hermano. La celebración del
Festival “Setenil con Miguel”, al que se sumaron prácticamente todos los vecinos, comercios, colectivos, hermandades, partidos políticos y el Ayuntamiento, aceleró este objetivo.
Se logró una recaudación de 16.900 euros, una cantidad con la que se puede cubrir la instalación del elevador exterior, que es
una simple estructura desmontable de un metro y medio de diámetro que iría en el ensanche de nuestra calle (Reyes Católicos, nº 24), justo en el punto desde donde se hizo la salida de la Marcha solidaria, que recordarán todos los que estuvieron allí.
Tras valorar dos proyectos, iniciamos durante el verano la tramitación formal de la obra, que desde el Ayuntamiento de Setenil se ha derivado al Servicio de Asistencia Municipal de Olvera. Este organismo nos acaba de comunicar que deniega el permiso de la obra por ocupación de la vía pública “para uso privativo”. Nuestra sorpresa ha sido mayúscula, porque se trata de un sencillo proyecto “de quita y pon” conocido por todos, que intenta salvar una barrera física para una persona discapacitada, que no ocupa ni un tercio del espacio de cualquiera de los coches aparcados en esta misma vía, que requiere menos sitio que un velador o un kiosco.
Sabemos que esta denegación es sólo una
barrera burocrática y que está
en manos del Ayuntamiento de Setenil la solución administrativa. Le vamos a solicitar al alcalde,
Cristóbal Rivera, una cesión temporal de ese mínimo espacio de la vía pública. Éste es
un recurso habitual de la Administración para dar salida a los problemas burocráticos.
La familia se compromete a quitar ese elevador cuando no sea necesario.
El tiempo apremia y cada día que pasa se hace más urgente una solución. Ya
hemos vencido los principales
obstáculos, que eran los
económicos. La familia se mantiene
firme en su propósito de instalar este elevador exterior, que es
la solución más razonable. Esta misma semana, el
Gobierno andaluz ha aprobado la nueva Ley de los Derechos y la Atención a las personas con Discapacidad, en la que cambia el enfoque asistencial de la anterior normativa de 1999 por otro que prima los
derechos de los discapacitados. Mi familia
confía en la sensibilidad de las instituciones para que ese caudal de solidaridad que fue “Setenil con Miguel” tenga un final feliz y rápido, y espera que
en las próximas semanas sea una realidad el elevador por el que venimos luchando desde hace años y que ha contado con el respaldo de todo el pueblo.
Muchas gracias a todos. Pronto os informaremos del resultado final de nuestras gestiones.

Aspecto que presentaba la calle Reyes Católicos este último fin de semana. Al fondo a la izquierda, la vivienda de Rosario Ordóñez. La amplitud de la calle permite, como se observa en la imagen, aparcar coches a ambos lados del recorrido
Carta del Ayuntamiento de Setenil a Rosario Ordóñez, mediante la cual se remite el informe al SAM de Olvera

Programa definitivo de las actividades del Festival Solidario "Setenil con Miguel", el 8 y 9 de marzo

Festival Solidario "Setenil con MIguel

Camiseta oficial donada por la selección española para el Festival Solidario "Setenil con Miguel". Está firmada por todos los jugadores y el seleccionador, Vicente del Bosque, con dedicatoria especial del capitán Iker Casillas: "Para mi amigo Miguel, para Setenil, con cariño
Esta misma semana, el Gobierno andaluz ha aprobado la nueva Ley de los Derechos y la Atención a las personas con Discapacidad, en la que cambia el enfoque asistencial de la anterior normativa de 1999 por otro que prima los derechos de los discapacitados.
Más información en

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Rosario Ordóñez, con su hijo Miguel. A la izquierda, la comunicación oficial del Ayuntamiento de Setenil en la que se le deniega la instalación de un elevador en su vivienda.
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Detalle del proyecto del elevador presentado al Ayuntamiento de Setenil. La estructura desmontable que aparece en el centro iría por el exterior de la vivienda, en el comienzo del ensanche de esta amplia calle. La estructura de la casa hace muy complicada y costosa la instalación de un ascensor interior.
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Con esta carta abierta
me quiero dirigir en nombre de mi familia a todos los vecinos de Setenil que nos han ayudado en nuestro empeño de colocar un elevador exterior para facilitar la movilidad de mi hermano Miguel. No sólo para mostrar de nuevo nuestro
agradecimiento, sino también para informar de la
situación actual del proyecto, que ha sufrido un vuelco en la última semana. Hace tan sólo unos días,
Miguel regresaba del Hospital de Ronda después de
21 días ingresado por una grave crisis respiratoria que nos hizo temer por su salud. Cuando apenas nos hemos recuperado del susto médico, la alegría del alta hospitalaria se ha visto empañada por la nueva barrera a la que nos tenemos que enfrentar:
una barrera burocrática.
Hace tres años que mi madre, con la
colaboración de muchísimos vecinos y asociaciones, comenzó la
recogida de tapones para recaudar los fondos que requiere la instalación de un ascensor que facilite la movilidad de mi hermano. La celebración del
Festival “Setenil con Miguel”, al que se sumaron prácticamente todos los vecinos, comercios, colectivos, hermandades, partidos políticos y el Ayuntamiento, aceleró este objetivo.
Se logró una recaudación de 16.900 euros, una cantidad con la que se puede cubrir la instalación del elevador exterior, que es
una simple estructura desmontable de un metro y medio de diámetro que iría en el ensanche de nuestra calle (Reyes Católicos, nº 24), justo en el punto desde donde se hizo la salida de la Marcha solidaria, que recordarán todos los que estuvieron allí.
Tras valorar dos proyectos, iniciamos durante el verano la tramitación formal de la obra, que
desde el Ayuntamiento de Setenil se ha derivado al Servicio de Asistencia Municipal de Olvera. Este organismo nos acaba de comunicar que
deniega el permiso de la obra por ocupación de la vía pública “para uso privativo”. Nuestra
sorpresa ha sido
mayúscula, porque se trata de
un sencillo proyecto “de quita y pon” conocido por todos, que intenta
salvar una barrera física para una persona discapacitada, que no ocupa ni un tercio del espacio de cualquiera de los coches aparcados en esta misma vía, que requiere
menos sitio que un velador o un kiosco.
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Aspecto que presentaba la calle Reyes Católicos este último fin de semana. Al fondo a la izquierda, la vivienda de Rosario Ordóñez. La amplitud de la calle permite, como se observa en la imagen, aparcar coches a ambos lados del recorrido.
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Sabemos que esta denegación es sólo una
barrera burocrática y que está
en manos del Ayuntamiento de Setenil la solución administrativa. Le vamos a solicitar al alcalde,
Cristóbal Rivera, una cesión temporal de ese mínimo espacio de la vía pública. Éste es
un recurso habitual de la Administración para dar salida a los problemas burocráticos.
La familia se compromete a quitar ese elevador cuando no sea necesario.
El tiempo apremia y cada día que pasa se hace más urgente una solución. Ya
hemos vencido los principales
obstáculos, que eran los
económicos. La familia se mantiene
firme en su propósito de instalar este elevador exterior, que es
la solución más razonable. Esta misma semana, el
Gobierno andaluz ha aprobado la nueva Ley de los Derechos y la Atención a las personas con Discapacidad, en la que cambia el enfoque asistencial de la anterior normativa de 1999 por otro que prima los
derechos de los discapacitados. Mi familia
confía en la sensibilidad de las instituciones para que ese caudal de solidaridad que fue “Setenil con Miguel” tenga un final feliz y rápido, y espera que
en las próximas semanas sea una realidad el elevador por el que venimos luchando desde hace años y que ha contado con el respaldo de todo el pueblo.
Muchas gracias a todos. Pronto os informaremos del resultado final de nuestras gestiones.
Mirian Ruiz Ordóñez

Vivo en un barrio de Setenil que queda lejos del pueblo, aunque está situado en la parte más alta y antigua. Es tranquilo y soleado y un muro blanco de piedra rodea todo el recinto. Las calles son rectas, las parcelas ordenadas y los jardines siempre lucen arreglados y llenos de flores. Una bonita cancela de hierro sirve de portal de entrada.
Queda este barrio como digo lejos del pueblo, junto a una vieja ermita medieval y rodeado de olivos que retuercen sus troncas en la tierra pedregosa. No se podía haber elegido un lugar más adecuado para construir la urbanización.
Los vecinos van llegando poco a poco y se instalan solos o junto a familiares que ya viven aquí, aunque el primer día vienen acompañados de mucha gente que se despide de ellos como si nunca más los volvieran a ver. Luego quizás se acercan de visita, traen regalos, flores generalmente, conversan con ellos un ratito, pasean, visitan a otros vecinos y se marchan. Pese a todo el barrio es tranquilo, muy tranquilo. Sólo la cotidiana actividad del señor de mantenimiento, con sus trapicheos y sus cosas, quebranta el silencio de nuestra vecindad.
En este barrio hay pocas fiestas, pero tenemos una muy sonada. A principios de Noviembre, en pleno otoño, el barrio se llena de gente que viene a visitar a sus familiares con flores, muchas flores que adornan las fachadas de nuestras pequeñas casas. Se dan misas, se pasea por las rectas avenidas, se conversa, se ríe y a veces se llora. Para estas fechas incluso vienen personas que están fuera de Setenil, algunos llegan en taxi, pero es muy común ver a los hijos que traen a señoras mayores. Es un día muy alegre que viene a romper la monotonía de los días en el barrio. Luego, tal como han venido se van, dejando las calles llenas de papeles, plásticos y toneladas de flores que se pudrirán al sol durante los próximos días.
Algunos vecinos del pueblo se quejan de que después de nuestra fiesta, cuando corre el viento de poniente, baja un desagradable olor a flores putrefactas y nos echan la culpa a los que vivimos aquí, pero nosotros no tenemos la culpa, nadie nos ha preguntado si queremos estos regalos o no. Por lo pronto, a mí siempre me ha gustado el vino, ¿porqué no me traen un par de botellitas? Tinto o blanco, me da igual, o una guitarra a la señora de arriba, que tan bien la tocaba cuando moza. El vecino del ático sin embargo adora a las mujeres y durante esta fiesta es la persona más feliz del mundo, pues junto a su puerta pasan chicas de toda condición; muchas señoras mayores, algunas estupendas, muchachitas veinteañeras, rubias y morenas, en fin, que mi vecino vive estos dos días con mucha alegría y espera la fiesta durante todo el año con suma expectación. Siempre fue un Donjuán.

En nuestro barrio también hay clases; la mayoría vivimos en pequeños adosados, pero luego hay mansiones donde viven familias enteras, que aunque al principio parecen un poco estirados en realidad tienen buen trato y la relación es amigable. De hecho, personas que cuando vivían en el pueblo eran enemigos irreconciliables y se llegaron a hacer cosas terribles, al mudarse dejaron atrás sus rencillas para convivir en paz y armonía. Bueno, ¿Qué decir lo de un matrimonio que se odiaba sobremanera y ahora no se separan ni a sol ni a sombra? Algo especial tendrá este sitio pienso yo.
Supongo que si eres de Setenil conocerás el camino, si no es así, sólo tienes que mirar a la parte más alta del pueblo, por donde el
Peñón de los Enamorados, y localizar unos cipreses negros que con su punta parecen señalar al cielo azul. Son altísimos y se ven casi desde cualquier punto. Por estas fechas dan unas bolitas que al secarse parecen pequeñas carabelas que cogen los niños para jugar.
Llevo ya algunos años en este lugar, me gusta, es tranquilo, tiene buenas vistas, vecinos agradables y no hay problemas de aparcamiento, no me quejo, pero en los días de fiesta, cuando desde nuestras casas se oye la música y el jolgorio de la gente de abajo, no dejo de acordarme de cuando vivía en el pueblo, cuando era un niño que corría por las calles jugando al fútbol o a
palos, cuando de muchacho perseguía a las niñas con los amigos, cuando me enamoré, cuando disfrutaba en Semana Santa o la Romería, ¡ah! tomar una cerveza en
las Cuevas durante las tardes de verano, en fin, qué decirles. Es entonces, en estos momentos que me da por recordar, cuando me invade una nostalgia infinita y echo de menos mi viejo barrio, mi antigua calle con sus problemas de aparcamiento, el ruido y a mi gente... ¡Cuánto añoro a mi gente! ...y es que en el fondo soy un sentimental.
Dedicado a todos los amigos y paisanos que nos han dejado este año.
Enlace: Historias desde el otro lado. (Especial Fiestas de Todos los Santos y Difuntos)
Setenil Rural. 26 de Octubre de 2010
Dibujos: El Bueno de Cuttlas. Por Calpurnio.

A la memoria de Domingo, un hombre bueno que tenía un bar en la Calle Ronda.
"Ancá" Domingo: Un bar de Setenil. (Reedición. 26 de abril de 2010) |
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La era de la informática, el
boom electrónico de los ochenta estaba aquí. Domingo, antiguo propietario del Casino de Setenil abre su bar en la Calle Ronda, y en una salita que daba al río planta la primera sala de videojuegos del lugar, con cinco o seis maquinitas que si bien entonces eran lo máximo, hoy son capaces de hacerle saltar a uno las lágrimas de pura nostalgia. Hablo del
“comecocos”, “los marcianitos”, “el frontón” y otras reliquias que forman parte con derecho propio del salón de la fama del entretenimiento.
Pronto este nuevo asunto nos fue quitando tiempo de nuestras correrías campestres, para alivio del bicherío local, y términos como
“game over” e
“inser coint” comenzaron a formar parte de nuestro vocabulario.
El bar de viejos de Domingo se fue llenando de niños de todo el pueblo que no sólo acudían a echarse unos jueguecillos, sino también a reunirse y pasar el rato en compañía de niños de otros barrios. Domingo incluso compró un cartel donde ponía:
“Bar mis niños”, que pronto fue roto de una pedrada por alguna de esas adorables criaturitas a las que tanto quería. Nada le importaba esto al bueno de Domingo, como tampoco que le robaran chucherías y polos de la nevera, ni que le quitaran la llave de las máquinas, le hicieran una copia, buscaran el mecanismo de dar partidas y se regalaran cien jugadas del tirón. Nada de esto le importaba, aunque según me confesó no hace mucho algo sospechaba, y sabía incluso de quien podía tratarse, aunque nunca quiso denunciar el caso y mucho menos prohibirle la entrada a nadie.
-¡Bah! Eran niños traviesillos, pero nada más.La verdad es que éramos malos, quizás porque nuestro anfitrión era más bueno de la cuenta.
Eran pocos los que le echaban monedas a las máquinas, pues al tener las llaves, las partidas salían gratis. Recuerdo como algunos tenían tanto vicio con el
"comecocos", que eran capaces de completarse todos los niveles con los ojos cerrados ya que se sabían los movimientos de memoria. Nuestro primer vicio insuperable: La ludopatía lúdica, sin dinero de por medio, sólo el hombre (perdón el niño) frente a la máquina.
Así pues, nuestro amigo Domingo contribuyó a que tomáramos un primer contacto con el mundo de la tecnología y a que nos relacionásemos con otros chiquillos, cumpliendo el papel de antesala de la adolescencia, ese lugar necesario para aquellos que ya no éramos tan críos.
Domingo ya está jubilado, pero hasta no hace mucho nos gustaba ir a ese viejo bar, tomarnos un café (el mejor del pueblo) y charlar de cosillas intrascendentes con el dueño. Todavía conserva la salita con alguna máquina que quizás el proveedor olvidó de retirar. El, con su finísimo sentido del humor, nos contaba algún chascarrillo y nosotros le contábamos las traperías que le hacíamos:
-pues si que erais malos joder, sí que erais malos.
Domingo, que lo ha visto todo detrás de una barra en el antiguo Casino o en su bar, atesora en su cabeza mil y una anécdotas, reales o inventadas, que forman parte de la memoria viva de Setenil.
Las cosas de Domingo. (Reedición. 8 de septiembre de 2010)
Local tradicional y bien ubicado, de clientela fija con propietario conocido y de trato afable, resultaba el bar de Domingo parada inevitable para aquellos que bajaban muy de vez en cuando al pueblo para una fiesta o por cualquier otro evento extraordinario, y que no perdían ocasión de tomarse un buen café y saludar a alguno de sus clientes, casi todas gentes dedicadas al campo y sus labores.
Así, en cierta ocasión, siete residentes en alguna aldea rural cercana se asomaron a Setenil para asistir a un conocido velatorio. Los hombres, apostados en la barra, serios y circunspectos se pidieron un colacao cada uno; siete colacaos para siete labradores, y dieron buena cuenta de tan nutritivo brebaje. Uno de los clientes pagó la cuenta, y acto seguido uno de sus compañeros solicitó a Domingo otros siete colacaos. El siguiente paisano, sintiéndose aludido mandó servir otra ronda y así hasta seis colacaos.
Domingo cuenta este suceso con mucha guasa, y recuerda como después de beberse seis colacaos cada uno, aún quedaba uno del grupo que no se decidía a llenar; uno chiquitito que estaba en la punta y hablaba poco. Este ya no llena. Seguro.
El buen hombre no se decidía. Nervioso y sin dejar de mirar al camarero y los vasos vacíos coge aire, levanta el dedo y pide con fuerza otros siete colacaos. Nada, que el chiquitito también llenó. Así que los siete hombres del campo, con siete colacaos cada uno en el pellejo salen del bar de Domingo. Ignoro si esto aconteció antes o después del entierro.
Lo del Tito de Arriate ronda quizás el absurdo, casi el surrealismo más absoluto cuando nos imaginamos los diálogos de estos dos personajes. El Tito era un señor vecino de Arriate, algo bebedor y malencarado, con mucha palabrería y disloque que era objeto de guasa y chanza por parte del personal. De vez en cuando se dejaba caer por Setenil, se tomaba unas copas en un par de sitios hasta que armaba la zapatiesta y era despachado cortésmente del lugar. En la puerta del bar gritaba desaforado contra el atropello y la injusticia a la que era sometido gritando; ¡¡que yo soy El Tito de Arriate, amigo del obrero valiente y enemigo del terrateniente fascista!!.
Un buen día en el que el Tito andaba con una copita de más y se dedicaba a molestar a la tranquila clientela del bar, Domingo se vio en la obligación de echarlo a la calle, que pienso yo que muy pesado se tuvo que poner el arriateño para que Domingo actuara de esa manera. El caso es que echándolo por la puerta de la Calle Ronda el borrachín vuelve a entrar al bar por la puerta de la Parada ante la extrañeza del personal. Tranquilo aunque indignado, el Tito se queja de los malos modos y el genio del dueño del bar de al lado, a lo que el bueno de Domingo le interpela: Desde luego que si, que ese hombre del bar de al lado es un malaje. Ande, entre usted en este bar que aquí le atenderemos con gusto. Muy posiblemente hasta le invitara a uno de sus famosos cafés.
De cafés buenos que decir que no sepamos todos los que los probamos, que tenían fama hasta fuera del pueblo y que eran el orgullo de Domingo; cargaditos, muy cargaditos, capaces de resucitar a un muerto, y si no que se lo pregunten al Chamusquino, que por vivir en la Campiña y carecer de vehículo, sólo se llegaba al pueblo una vez en semana y se tomaba siete cafés de un tirón, uno por el día presente y los otros seis por el resto de la semana en que no pudo tomarlos. Quizás Domingo fuera un poco exagerado, pero él contaba estos sucesos como algo normal y corriente, cosas que pasan en el día a día.
Tenía este bar un cliente asiduo muy desastrado y malhumorado, que por corto de vista vendía cupones de la Once. De vez en cuando este vendedor, alto y corpulento, también se abandonaba en brazos de Baco y liaba la marimorena en la barra, y Domingo, hombre poco dado a la violencia, cerraba las ventanas y apagaba las luces, con lo que el cuponero no podía ver nada y se quedaba desvalido como un cachorrillo. Entonces suplicaba a Domingo que encendiera las luces y le prometía que se portaría bien. Mas sabe el diablo por viejo que por diablo.
Después de algunos años, destinado en otro pueblo, el vendedor de cupones regresó a Setenil con un porte aseado y elegante, operado de la vista y de los brazos de una guapa mujer. Desahogado del lastre de las dioptrías, se llegó a saludar a su amigo con el que divertido recordaba lo mal que lo pasaba cuando le apagaba la luz y todo quedaba en tinieblas.
Dejo para otra ocasión el asunto de la máquina de pistachos, en la que intervinieron dos buenos amigos y cuya escenificación está en proceso de corrección y autorización, faltaría más. Crimen y castigo podría ser un buen título para esa entrada, pero no adelantemos acontecimientos.
Como ustedes ya habrán comprobado, el bueno de Domingo es un personaje inevitable y reiterativo de este blog, porque como ya dijimos en otras entradas, es una persona entrañable para varias generaciones de setenileños que frecuentábamos su casa. Suyas son muchas de las anécdotas más celebradas y comentadas en cualquier reunión, y en esta entrada de hoy me he propuesto contar algunas de ellas. Sirvan estas líneas de homenaje para nuestro amigo.
Os recomiendo que accedáis a los enlaces para leer las historias junto a los comentarios sobre Domingo de los amigos de este blog:
"Ancá"Domingo; Un bar de Setenil,
Setenil Rural. 26 de abril de 2010
Las cosas de Domingo Setenil Rural 8 de septiembre de 2010
En este último enlace, Domingo aparece en una historia junto a otro entrañable personaje que se nos fue hace poco, Juan Solano.
La feria de la crisis.
Setenil Rural. 10 de agosto de 2010
Cumpleaños feliz
18 Sep 2014 8:28 AM (10 years ago)

Bueno amigos, hoy es mi cumpleaños y he sacado del cajón una fotografía de hace unos añitos. El ceporrete que mira la tarta con aviesas intenciones soy yo.
Por cierto, en la foto no está mi hermana María José. Por ahí andaría haciendo alguna trastada.
¡Salud a todos!

En la plácida tranquilidad de una noche de verano esta familia setenileña se dispone para la cena. De pie
María Teresa y
Filo, las dos mocitas casaderas de la casa junto a
Manuel Isidro, el hermano pequeño que ya está hecho todo un tiarrón. Asomando la cabecita su primo
Francisco Porras. Sentados
Josefa Racero, casada con un pariente que se encuentra ausente en América, y los dueños de la casa,
Isabel, con el delantal de ama de casa, y
José, en el centro, cazo en mano como un cayado totémico delante del perol, el jefe del clan, la figura patriarcal que provee a la familia del sustento diario.
Posiblemente posaran antes de la cena para mandarle un recuerdo al pariente ausente o quizás para el hijo mayor que ya andaba haciendo las Europas. Luego se dispondrían todos en torno a la mesa y el padre daría gracias a Dios por los alimentos que iban a recibir.
Abajo, el río, como si lo estuviéramos viendo, el puente de piedra, la calle Triana, El Carmen y los tajos. El sonoro croar de los ramos y el eterno rodar de los cantos. Aromas a pimientos fritos y puchero ... el espacio escénico de una obra intemporal, la cadencia rítmica de sonidos inmutables, el impacto químico, nostálgico e insondable de la memoria.
Septiembre
9 Sep 2014 8:22 AM (10 years ago)
Entra septiembre con los aires cambiados, como dudando si soplar de solano o poniente, si húmedo o seco, indeciso y vacilante, ronco y áspero a estas alturas de verano, huérfano ya de rijosas albercas y barbacoas nocturnas.
Viene septiembre para marcar un año nuevo, que el noveno mes no es más que eso, el primero de los doce, la treintena de los propósitos y la expectación de las ilusiones. Se acaban las vacaciones y los colegios abren sus puertas, el atraco anual de los cuadernillos escolares, ese derecho de pernada disfrazado de bases imponibles y porcentajes que viene a ser el IBI…
En septiembre se coge la uva y la viña se vuelve granate, se ara el rastrojo, se abandonan las pueblas y se reza para que las aguas no se hagan de rogar.
Septiembre es el noveno, y sin embargo parece el primero de los doce, con sus aires revocados y sus aromas a rancio y añejo. En la madrugada puedes oler el cambio, a rocío y blandura, a pasto mojado, a fruta putrefacta. Ya los pájaros grandes abandonan el nido de sus padres dibujando acrobacias en los cielos azules y las golondrinas se alinean en los cables de para emprender al unísono su viaje africano.
Aún es verano y el sol arde implacable, pero cada mañana te levantas con la ensoñación de que en el trasunto de ese día llegará el cambio.
¡Salud amigos!


Tío y sobrino, una bonita amistad y una afición común a la fiesta nacional. No sabemos quién es el primero que le envía la foto al otro, ni siquiera si una postal responde a la otra inmediatamente. Lo más seguro es que recibida por el tío la imagen de su sobrino disfrazado de esa guisa, tocado con montera y envuelto en el capote de paseo, este rebuscaría en los cajones un antiguo retrato de cuando hizo la mili para enviársela.
Toro negro azabache, bien armado y con trapío. El pase de pecho de impecable factura. Lo cierto y seguro es que ambos son los autores y destinatarios de esta especie de disparate.
En la primera, escrita en Pamplona a una semana de iniciados los San Fermines, ¡ojo! el protagonista con pañuelo al cuello, leemos lo siguiente:
"Se prohíbe reírse, peligra la vida del artista.
El que lo coja, para él y el que lo vea que se calle.
Con mucho cariño para mi tío José Villalón
Fdo: Alonso Tornay
Pamplona a 15 de Julio de 1955"

Su tío José, que no quiere ser menos, le responde:
"En prueba de mis últimas actuaciones, te mando esta foto,
pensando en volver otro día para que aprecies el valor de tu tío.
Fdo: José Villalón Ramírez"
Con guiños de complicidad que quizás sólo ellos conocían, estos dos setenileños compartían parentesco, una entrañable amistad y, además de su afición a los toros, mucha guasa y la sangre muy gorda. ¡Dos tíos flamencos!
Nota:
Alonso Tornay era sobrino de Isabel Tornay Mariscal, esposa de José Villalón y hermana de Diego Tornay, importante miembro de Izquierda Republicana exiliado en Colombia.
Alonso, junto con sus hermanas Mª Teresa y Conchita, se crió en La Viña Alta, la casa de sus abuelos, sin su padre, ausente después de la guerra y su madre muerta prematuramente.
La amistad entre sobrino y tío político resulta de lo más entrañable, como el propio Alonso me contaba años después de la muerte de José, mi abuelo.
Entrada publicada el 29 de abril de 2012.

Se acaba de publicar en
Imagina Setenil una entrada titulada
Setenil en la Memoria, un ambicioso proyecto, abierto y en permanente construcción, donde se espera compartir con todos el inmenso caudal cultural y nostálgico que significan las imágenes del pasado.
Nunca en Setenil se había hecho algo parecido. Ya veníamos avanzando que estamos viviendo una auténtica revolución en este aspecto, no sólo por la cantidad de material que se está aportando, sino por la calidad del mismo. Hemos pasado en dos o tres años de conocer únicamente el reportaje de los años veinte de Miguel Martín, a rescatar, datar, catalogar y editar correctamente las imágenes de fotógrafos de la talla de Campúa, Romero de Torres, Ortiz Echague, Tony Keeler, Andrada, Nicollas Müller y tantos otros, sin olvidarnos de nuestro Antonio Sánchez, auténtico fedatario de la vida setenileña durante décadas.
Pera además, como decimos, hemos cambiado el objetivo, hemos reenfocado la lente y miramos el mundo nostálgico de la fotografía con otra percepción; reitero lo de
paisaje y paisanaje, Setenil y sus gentes, los hombres y mujeres que habitaron nuestro pueblo, que trabajaron, sufrieron y rieron aquí, Como dice el propio Pedro Andrades, Setenil en la Memoria pretende
"recoger el latido de la vida cotidiana de Setenil en los duros años de la postguerra y la dictadura que marcaron la existencia de nuestros abuelos y de nuestros padres. Años difíciles, de supervivencia, de burros por las calles y harapos sin disimulos, de calles empedradas y casas sin agua corriente, de trabajos de sol a sol… y también de alegrías, porque, al fin y al cabo, fue el tiempo que nuestros mayores recordarán siempre con la nostalgia de la juventud".
Una anécdota que me gustaría compartir con ustedes.
Juana Marín Ponce es una setenileña que vive en Madrid. Hace unos meses me aseguró que tiene en su casa una caja llena de fotografías y había dejado dicho a sus familiares que cuando ella faltase se desprendieran de la misma. Ella decía que
¿Quién querría esas antiguas imágenes llenas de gente en la mayoría de los casos hoy fallecidos? Yo la disuadí de esa idea y le expliqué que esas fotografías, esas gentes que salen trabajando, bailando o simplemente posando para la cámara son la memoria viva de Setenil, son lo que tenemos hoy para conocer la vida de entonces. Esas fotografías eran muy valiosas.
Ella me ha ido pasando gran cantidad de esta colección, esta que encabeza la entrada por ejemplo, donde un grupo de trabajadores realizan labores de trilla en el
Manchón de Rosas. Mulos, carretas, trillos y esos cuerpos rudos y sufridos de las gentes del campo. Casi en el centro el que fue su marido,
Antonio Bastida Reina, el único que no lleva sombrero y la claridad de la tarde ilumina su rostro. Otra imagen de postal, de un espacio físico de Setenil bien conocido por las encinas de la
Mata de Vargas al fondo, los aperos de trabajo y sobre todo, como un elemento consustancial al paisaje, esos hombres jornaleros y trabajadores que son la misma imagen de la dignidad de las gentes del sur.
Por eso son tan importantes estas imágenes, porque nos hablan de un mundo de trabajo y esfuerzo, lejos de tópicos manidos y clichés impuestos.
Setenil en la memoria. Hoy todos los setenileños estamos de enhorabuena.


Rescatamos esta imagen "restaurada" y
correctamente editada para disfrutar de una de las fotografías que más me
gustan, tanto por motivos emocionales como por lo que nos cuenta: Un grupo de
setenileños posando para el artista en el lecho del río. Atrás el puente de
piedra que unía la Calle Ronda con las Cuevas del Sol, elemento arquitectónico hoy desaparecido por su
salvaje destrucción en una de las actuaciones más lamentables que se han
perpetrado contra el patrimonio artístico de Setenil.
Quizás esta imagen sea un ejemplo claro de lo que venimos
llamando "paisaje y paisanaje", la conjunción de imágenes del pueblo
con la de las gentes de que lo habitan o habitaron.
Hemos de reconocer que desde unos años atrás se viene dando una
revolución en la publicación de fotografías de este tipo gracias sobre todo a la
concienciación de que nada sirve tener estos añejos tesoros apolillándose en
los cajones, que puede resultar mucho más gratificante compartirlas con todos nosotros sin que por ello haya que desprenderse de un querido recuerdo familiar.
Por fortuna, fotografías como esta que encabeza la entrada
nos están dando una imagen más nítida y cierta de Setenil, una ventana abierta
al pasado donde vemos como era nuestro pueblo y cómo vivían sus gentes.
Siempre me ha gustado esta foto por su naturalidad. Es muy
probable que un fotógrafo se pasara por el Horno de La Calle Ronda y se
ofreciese a retratar a este grupo. Quizás quisiera pagar su pan con este
trabajillo, o quisiera promocionarse entre la gente del pueblo, lo que está
claro es la espontaneidad de la pose, una cigarrá en la ardua tarea diaria, con
ropa de faena, alguno con delantal y todos sonrientes y expectantes, cuando un
retrato era una cosa extraordinaria (Quizás pueda ser de los años 40, pues mi
abuelo aún se ve bastante joven y la yegua parece la misma que otra con la que
se retrata veinteañero).
De fondo, el antiguo puente de piedra, sobrio y recio,
agarrado al tajo del que parece nacer, sobre un río primaveral y un lecho de
cantos rodados. Antes, todas las casas que daban al río tenían su bajadilla, y
esta foto está tomada justo en la de la antigua panadería. El río no era ese
medio lejano que es hoy, ni esa cloaca en la que se convirtió posteriormente,
sino un lugar más de Setenil, un sitio al que se podía acceder con facilidad
para jugar, realizar algunas tareas domésticas, soltar animales o retratarse,
como es el caso de esta bonita foto.
Lejos de lo artificioso de los retratos de estudio con
corbatín y pose afectada, esta foto muestra un instante en la vida diaria de
unos setenileños que divertidos se dejan plasmar para la posteridad, un momento
robado en la vida de nuestro Setenil de posguerra.
Setenil Rural (12 de marzo de 2010)

Con ocasión de la conmemoración el 10 de agosto del
día de San Lorenzo, retomamos esta entradita de septiembre de 2010 donde al hilo de este maravilloso espectáculo que es la
Lluvia de las Perseidas, rememoro unos hechos de mi adolescencia.
Después de finiquitada nuestra feria creo llegado el momento de relajarnos para recrearnos con el añorado silencio, y un consejo amigos, no dejad que las prisas os impidan disfrutar, aunque sólo sea por unos instantes, de este maravillo cielo estrellado que como un manto en la noche cubre Setenil.
El cielo desde Setenil
Me manda Juan Ignacio Marín un artículo donde da rienda suelta a una de sus grandes aficiones, la astronomía, un tema desde luego al que me acerco virgen e impoluto pues reconozco mi total ignorancia en la materia, aunque no por ello dejo de sorprenderme ante cualquier descubrimiento científico o la simple visión del firmamento en una noche estrellada.
En un blog como este, donde la mayoría de las veces nos dejamos llevar por el día a día, la anécdota o lo que los especialistas llaman la microhistoria, ver y conocer lo que hay sobre nuestras cabezas, en el cielo, más allá de lo que a simple vista se puede percibir, no deja de hacernos pensar en las banalidades de nuestro mundo y que nuestras alegrías y penas, nuestras disputas y querellas, son sólo un ínfimo átomo de polvo en la inmensidad del universo.
Recuerdo cuando jovencillo, quizás rondando aquellos maravillosos 18 años, cuando nos dio a un grupo de amigos por pasar la noche viendo la lluvia de estrellas, las famosas "lágrimas de San Lorenzo". Así nos fuimos al cementerio para subir al tejado de la emisora que está junto a la ermita de San Sebastián y acostarnos mirando hacia el firmamento dirección noroeste. Allí estábamos Antoñín, Pepe, Antonio María, mi primazo José, Blas, Fali desde luego y otros muchos. Las risas y las bromas se sucedían sin parar. Muchos de los mejores chistes que he escuchado en mi vida son de aquella noche.
Pronto, a eso de las dos de la madrugada comenzó la lluvia de estrellas. Al principio las contábamos y pedíamos deseos, pero luego, cuando aquel goteo constante empezó a convertirse en una verdadera catarata, simplemente nos callábamos y disfrutábamos del espectáculo. No creo que por aquel entonces alguno de nosotros conociera la explicación científica de ese fenómeno, pero desde luego estábamos sobrecogidos ante la maravilla de la que éramos testigos. Quizás, sin saberlo, nunca vimos las cosas tan claras y nítidas como en aquel instante.
Pasarán los años, y seguramente, para la mayoría de los que estuvimos allí, esa noche de verano fue sin duda una de las más mágicas y especiales de nuestra vida.
Así pues, con ustedes un viaje a las estrellas desde Setenil para dejarnos sorprender por la inmensidad del cosmos. ¡Os dejo pensando y con la fantasía volando!
¡Salud!
Ver entrada antigua:


Dice uno de esos tertulianos televisivos, catedrático de no
sé qué asignatura en no sé qué universidad, colega de sus alumnos y optimista
congénito, que no nos preocupemos por el lenguaje, que nunca se ha escrito
tanto como se escribe ahora con la revolución de los whatsApp, así que dejemos
al chavalerío en paz con nuestras neuras e historias, que bastante tienen ellos
con no chocarse con las farolas de lo absortos que andan.
Dice un fotógrafo, profesional del photoshop y paladín de
los pixeles, curtido en mil y una bodas y comuniones, que nunca se han hecho
tantas fotos como en la actualidad...y nunca se han perdido tantas imágenes
como ahora.
Las fotos de los móviles y los whatsApp son la quintaesencia
de la inmediatez de esta vida nuestra. En un plis-plas unos chavales se hacen
un selfie en el Mandalá delante de unas niñas y se la mandan
al colega que se ha quedado en casa para darle envidia. Esa foto y ese mensaje tienen una
actualidad de horas, quizás de días. A la mañana siguiente parece como algo
borroso que ocurrió en la nebulosa del duerme vela, e inmediatamente viaja al
limbo tenebroso de la oscuridad digital...el todo y la nada.
Nunca se ha escrito tanto y nunca se ha fotografiado más que
hoy día, y sin embargo, como en un decorado de cartón piedra, ¡que vacío parece
todo!
Yo, que no soy ni mucho menos un optimista congénito como ese
tertuliano dicharachero, me enamoré de esta foto que encabeza la entrada desde
el primer día. La autora es Marefa Vílchez, una setenileña afincada en Sevilla.
Está tomada en el Cerrillo a finales de los ochenta y en ella podemos ver a Ana, una anciana entrañable,
sentada en el umbral de su casa.
Puede que Ana sólo tratase de taparse los ojos de la
claridad del sol, aunque a mí me parece la misma imagen de la abnegación, como
si hubiera alcanzado la inconsolable firmeza de un hecho cierto, puede que un asunto
trivial, quizás la constatación insondable de que la vida ha pasado como un
caballo a galope...y al fondo se ve el mar.
Marefa comprendió que algo estaba pasando y tuvo la
habilidad de ralentizar el momento y plasmar el instante mismo de una fotografía
de verdad. Por eso esta imagen es distinta, diferente, original, sin poses ni
afectaciones, sin teatralidad, libre de artificios y trampantojos. La fotógrafa
ha parado el tiempo para atrapar el alma de la anciana y traspasar de esta
manera el mero hecho de lo utilitario.
Nunca sabremos que pasaba en esos momentos por la cabeza de
Ana, pero mucho me temo que nada que nos resulte ajeno, nada que algún día,
como un fantasma, no nos asalte a nosotros mismo en el desvelo de una noche
oscura.
Por eso esta foto es atemporal y profundamente humana, dueña
además de una extraña belleza que nos cala en las entrañas.
Quizás por ahí podamos empezar a deshilachar el concepto de
lo que significa el Arte.
Nota: Gracias a Marefa Vilchez por compartir esta imagen y a Pedro Andrades (el hijo de Pedrín) por recuperarla.
¡Salud amigos! y ¡buena Feria!
Setenil adentro
10 Jul 2014 9:31 AM (10 years ago)
Bueno, bueno, la que se ha liado con lo de las cruces. Mira que
he tratado de pasar página insertando una historia de nuestro amigo Juan, la de
los perrillos que le parió la Chica cuando las últimas lluvias, pero nada, la
gente sigue con lo de las cruces.
¿Y dónde dices que están? ¿Y es verdad que se presentó todo
el pleno municipal? ¿Quién es el del Equipo D?
Y yo, claro, un poco sobrepasado con el asunto les digo que
todo fue un cuentecillo, que los personajes son ficticios, salvo Rafael V. y lo
de las peyaítas de yeso que son tan ciertos como los tajos…porque, ¿qué
necesidad tengo yo de meterme en estos líos, cuando no tengo ningún problema
personal con el alcalde ni ningún miembro del actual gobierno municipal?
Cierto y verdad es que no me gusta esa manera de reinterpretar Setenil, el modo
de usar a las personas y su forma de hacer política, algo así como un
caciquismo a la antigua donde se reparten favores y gracias según las circunstancias.
En otros lugares donde he vivido (Sevilla y Málaga, por ejemplo), los
ciudadanos como tales tienen derechos y deberes y no mercedes otorgadas por la
gracia de un político.
El caso es que estos días he tenido tiempo de mirar mucho a
los tajos y la verdad es que me ha dado ocasión para reflexionar, pensar sobre la
relación de los setenileños con estas
piedras milenarias entre las cuales un día nuestros antepasados ubicaron sus
moradas.
En cierta ocasión unos amigos de Alcalá del Valle nos
visitaron en Setenil con sus hijos, dos niños de entre cuatro y siete años. Recuerdo la cara de los chavalitos cuando
andábamos bajo los tajos, la manera en la que miraban esas cornisas interminables
de las Cuevas del Sol que parecen desafiar la ley de la gravedad, y como se sobrecogían
conforme nos adentrábamos más adentro de la piedra. Esos niños literalmente
estaban aterrorizados cuando perdieron toda la visión del azul del cielo y se
vieron envueltos bajo una cúpula mineral.
Me llamó la atención la reacción de esos pequeños,
acostumbrados en su corta edad a levantar sus cabezas y sólo tener sobre ellas
a las nubes y los pájaros. Quizás, sean estas piedras, estos tajos, este cañón
fluvial que nos alberga el verdadero clic que define el ser setenileño, una
especie de pesadez mental, de aturdimiento anímico que nos oprime y nos impide descongestionarnos
hasta que no salimos a campo abierto, allá por la Campiña o a la Mata de Vargas,
por ejemplo.
Quizás, aquello que precisamente hace único a Setenil como
espacio físico, confiera también a sus gentes una personalidad propia y definida,
vital y sorprendente en ocasiones, apática e indiferente en otras, capaz de lo
mejor y de lo peor y que ha marcado
nuestro devenir como grupo humano.
¡Salud amigos! y buena fiesta del Carmen
Ha comenzado el varano con agua. Rara está la atmósfera. Ya
por San Juan lo que se espera en Setenil es calor y más calor. Corpus de estío,
mosquitos, juncia, terrazas y verbenas nocturnas, julios, agostos y el
implacable rigor de la canícula del sur.
Suena un trueno entre los tajos, cae la fina lluvia sobre
las matas de pimiento que ya rebosan de caperuzas verdes. No puede ser buena
esta agua que cae del cielo cuando la puebla lo que pide es sol que caliente la
tierra y el líquido frescor del arroyo inundando los surcos.
No puede ser buena esta agua, piensa Juan apoyado en la
zoleta, siempre negativo, nunca satisfecho con los caprichos del tiempo.
Allá, en la higuera que ya luce brevas negras le espera la
majuana con el mosto, ¡qué remedio! Al mal tiempo buena cara, que decía el
otro.
Se sirve nuestro amigo un chato claro y fresco que apura con
placer. Entra el hombre del campo en una especie de letargo y ensimismamiento
que es desde hace unos meses su estado natural. Barren las nubes los campos
oscureciendo tajos y chopos. A lo lejos, bajo las metálicas gradas del cadena
se oyen los lastimeros lloros de una camada de perritos, agudos y finos, casi
imperceptibles. Solo la llegada de la perra Chica hace que cesen los quejidos
y comience un gutural ronroneo de chupeteos y absorciones.
Por si fuera poco, la leal e incondicional Chica se le
presenta ahora con este panorama, que las desgracias nunca vienen solas. La
deformidad de su barriga y las ubres colgonas del animalito ya le venían
avisando, que se la habían desgraciado otro año más. ¡Será puta la perra!
Juan apura otro sorbo de mosto, se agacha como puede con su
pata de palo bajo el cadena y niega con la cabeza. Cuatro o cinco barrigudos se
emplean con avidez, casi con violencia, en las mamas de la perra.
La Chica, satisfecha y maternal, le mira con esos ojos
grandes y tristes que parece que adivina sus pensamientos.
Ya desde el primer día pretendió meterles mano y echarlos al
saco, cuando sólo eran una masa sanguinolenta de criaturas sin alma ni gracia.
No fue capaz Juan de apartar a la perrilla de sus cachorros y se consoló
diciéndose así mismo que había de dejarlos algunos días más para que le
limpiaran los calostros y el animal no enfermara.
Y ya han pasado cinco días, y una semana, y la Chica se va
confiando y se acerca al arroyo a beber y se asoma a la vereda a ladrar cuando
pasa la Puch amarilla del vecino que viene a echarle de comer a los animales.
Y Juan no ha sido capaz de meterle mano y tirarlos al
arroyo, como hacen los hombres del campo cuando se da la circunstancia. En el
bar nadie los quiere, que los ha pretendido dar. Los niños de la calle le han
pedido alguno pero apresurada ha salido alguna madre para decirle que no quiere
animales en casa.
Ya se aventura alguno de los cachorros a salir de debajo del
tractor, el más valiente, el machito blanco que parece el mejor alimentado,
asomando su cabecilla a la claridad del día, olisqueando el mundo azul, hoy
algo gris, que existe fuera de su cubil. Las eternas tardes de verano que
parecen no tener fin.
Piensa Juan en mil y
una maneras de quitarse de en medio la camada, y todas le parecen crueles y atroces. Le cuentan cuando despachan los
cafés de la mañana como lo hacen, que no sufren las criaturas de lo tiernos que
están, pero a Juan le falta ánimo y decisión, aunque no es la primera vez que
se ha visto en las mismas. Quizás sean los años.
Se sirve el rudo hombre del campo un vasito más de mosto.
Ahora son dos perritos más los que se asoman al exterior, uno de color canela y
otro con una manchita negra en el hocico, más graciosa que todas las cosas. Dan
saltitos y juguetean, corretean a su alrededor y huyen asustados a la oscuridad
del oruga cuando truena como un trabuco el escape de la Puch del vecino, que se
vuelve al pueblo después de apañar a los bichos.
Luego salen de nuevo los animalitos, más confiados y
animosos que antes. Ahora saltan y acechan bajo sus pies y el de la manchita
negra en el hocico le muerde los cordones de las botas.
Juan está confuso. No quiere ni siquiera mirarlos. A lo
lejos, desde el arroyo, la Chica con las ubres hinchadas y brillantes observa
la escena, confiada y satisfecha.

No tengo claro quién fue el primero que se dio cuenta.
Quizás mucha gente las hubiera visto antes pero nadie se percató de lo extraño
que hacían en lo alto del tajo. Las cruces desde luego llevan mucho tiempo ahí,
desde siempre, pero claro, alguien tuvo que atisbar que aquello resultaba, cuanto menos,
extraño.
¡Una cruz en el tajo! Gritó aquel hombre, y entonces todos
empezaron a hacer fotografías con sus móviles.
Bueno, así empiezan las cosas, de la manera más simple que
podamos imaginar. Luego todo siguió como
ya sabemos. La voz se corre, la gente del pueblo se acerca a ver de que se
trata y empiezan a circular los rumores; la clásica leyenda del tesoro
escondido por los moros, que si es una cruz que conmemora algún terrible suceso
(infidelidad, muerte e incesto, no falla), que si algo de apariciones y
espíritus…en fin. Primero los blogs locales, el Imagina, el Numismática, el
Rural, que son de lo más enteradillos, y luego la noticia corre como la pólvora
por las redes sociales:
¡Aparecen misteriosas cruces en los tajos de Setenil!
De la curiosidad
inicial se pasa a la rumorología más diversa no existiendo setenileño que no se
pasara por esa calle y estirara el pescuezo para buscar la cruz. Los turistas
ya se sabe, si ven a un grupo de paisanos mirando para arriba pues miran ellos
también y fotografía al canto con selfie incluido.
La cosa se disloca y ante la relevancia del asunto, el
Ayuntamiento, siempre tan atento a este tipo de cuestiones que interesan al
bienestar de los vecinos, decide tomar cartas en el asunto.
Mañana de verano. La comisión en pleno, escoltada por la
policía local y el perito municipal, se planta bajo las susodichas cruces.
Pues si señor, parece una cruz…
Y blanca, apunta el alcalde.
Todos asienten con la cabeza.
En la mente de alguno quizás vislumbrara la posibilidad de
sacarle rendimiento a tamaño descubrimiento, un acicate turístico, ¡cruces en
las cuevas! quizás una escuela taller…bueno, poquito a poco. Lo primero es lo
primero. Hay que llamar a los entendidos, que para eso se les paga, y que se
realice un informe previo para enviarlo a Cultura con el fin de pillar alguna
subvencioncilla que haya por ahí suelta. Estas cosas funcionan así.
Dicho y hecho. Teléfono, ¡aquí y ahora! ¡ya!
¡Han llamado al Equipo D! ¿El Equipo D? Un grupo de élite de especialistas
en diversas materias cuya misión es…bueno cosas de estas, así como al estilo de
Expediente X.
En cinco minutos llega una furgoneta con los cristales
tintados de negro. El público se agolpa expectante; ¡El Equipo D! Han llegado
los del Equipo D!
Entonces se baja de la furgoneta un hombre de mediana edad
vestido a modo de explorador que sin mediar palabra se dirige hacia el lugar
mismo donde está la corporación local en pleno.
¡Corten la calle! Acordonen cuatro metros en derredor del
perímetro crucífero…una escalera, ¡rápido!
Un operario trae la extensible y ante la mirada de un
público expectante arma los cuerpos articulados de la susodicha, retrocede unos
pasos y cruza los brazos. Toda suya señor.
El técnico del Equipo D saca unos utensilios de la mochila,
coge aire, mira a los ojos del alcalde y comienza ascensión. Uno, dos, cinco, nueve,
catorce peldaños hasta veintitantos que es la altura máxima. Luego, como Miguel
Ángel en la Capilla Sixtina,
brazos arriba y cuello casi en horizontal para recoger algunas muestras. Metro
para medir la longitud del fenómeno y finalmente fotografías desde diferentes
perspectivas. Descenso, con cuidado de no caer que la altura es considerable,
hasta el salto final a metro y medio del suelo.
¿Alguna consideración inicial? prorrumpe el excelentísimo
munícipe.
Aún es pronto para asegurar nada. Necesitamos analizar las
muestras obtenidas, pero nos atrevemos a pensar que hablamos de una datación
aproximada de entre mil a mil quinientos años, posiblemente del periodo
medieval o quizás anterior, de tipología religiosa o incluso mágica. Algún
asentamiento cristiano previo al 711, sin descartar un origen mozárabe. Se han
encontrado inscripciones de procedencia templaría en algunas iglesias
castellanas ubicadas en cañones fluviales como este que nos alberga, aunque
quizás y no lo descarto, se podría hablar de inscripciones rúnicas de origen
escandinavo. Rus, mayus…todos lo miran perplejos… vikingos, para que todos nos
entendamos, cuyo radio de acción hacia el siglo IX de nuestra era comprendía
ciertas áreas del Mediterráneo occidental e incluso el Valle del Guadalquivir,
quedando determinadas zonas de la
Serranía de Ronda a mano de hipotéticas depredaciones.
El público que se agolpa entorno al técnico no puede dar
crédito a lo que oyen sus oídos; ¡Templarios, vikingos símbolos mágicos!
Entonces el alcalde le echa la mano sobre el hombro al
técnico y se lo lleva a parte.
Bueno, bueno, ante todo precaución…templarios, ¿eso tiene
algo que ver con la inquisición?
No jefe, nada que ver. Hablamos de monjes guerreros que
montaban monasterios para guardar caminos y parajes para defender a los files
en sus peregrinaciones a lugares santos. Quizás por aquí hubiera algún lugar
sagrado...
Para, para…¿y lo de los vikingos? No se, pero suena algo
violento e incluso racista, y lo de los monjes me parece algo inverosímil,
además, una cruz, una cruz no veo yo tan clara. Son más bien cuatro bolas. Ya
sabes que Setenil es un lugar multicultural y una cruz aquí en un sitio tan
turístico…
Claro, claro señor alcalde, balbucea el técnico. Quizás,
prosigue el eminente político, unas inscripciones musulmanas en todo caso.
¿Unas suras del Corán por ejemplo jefe?
Claro, claro, a eso me refería, unas suras, como los moros
estuvieron tanto tiempo aquí en el pueblo.
Dejemé pensarlo, Sr alcalde, ya sabe como son estas cosas.
Claro, hijo mío, claro, piénsatelo, pero calladito con lo de
los vikingos y mucho menos con lo de los monjes y los templarios, que Setenil
es un centro multicultural. Que no se te olvide.
El técnico le comenta al oído algo al alcalde, recoge sus
cosas y se marcha tan rápido como llegó. Tele Alcalá termina el reportaje
pasando de un panorámico de la calle a
un zoon de la cruz en toda regla. De libro, vamos.
La delegación municipal se reúne en corro, alguna consigna y
dos palmadas. Bueno señores, el espectáculo ha terminado. En breves días
tendrán cumplida noticia del asunto en la gacetilla local previo a un informe
técnico emitido por los especialistas.
La multitud se dispersa en grupos que charlan animadamente
del asunto.
La cosa permanece candente por unas semanas. Calderón
pasó un día y dejó caer de soslayo algo de los extraterrestres y el fin del
mundo, hasta que la cosa fue perdiendo paulatinamente interés.
A las pocas semanas aparece la gacetilla local, pulcra y
aseada, con el membrete municipal del escudo y el yugo en el centro.
En portada y con letras mayúsculas se hace referencia al
asunto de las cruces: "Inscripciones musulmanas en las Cuevas del Sol. Otro
hallazgo del Equipo D." y una imagen del alcalde dirigiendo los trabajos con las inscripciones de fondo.
El texto, largo y barroco, insufrible por más señas, hablaba
de los pormenores del descubrimiento, fruto por supuesto de una ardua labor
multidisciplinar de investigación. En principio y resumiendo mucho, venía a decir
el artículo que si en un primer momento se barajó la hipótesis de que las
señales vinieran a representar algunas suras del Corán que señalaran el lugar
de enterramiento de algún santón musulmán en lo que antaño fuera un morabito,
al final se señaló como cierta la hipótesis de que se trataba de caracteres
árabes que conmemoraban la victoria de un caudillo musulmán sobre tropas
enemigas, quizás y muy posiblemente una victoria de las
tropas del emir Abd al Rahman sobre los invasores normandos, los mayus, cuando
las tropas setenileñas cabalgaron junto a las huestes del gran Musa ibn Qasi y
del eunuco Nasar. Se deja caer además la posibilidad de que en el
mismo partido de Setenil se sucedieran refriegas entre avezados jinetes
serranos y los mayus que ascendieron Guadalete arriba hasta sus mismas fuentes.
Divaga el técnico del Equipo D en esta y otras hipótesis
señalando que “las disputas constantes entre peninsulares del norte y peninsulares
del sur aceraron de tal manera el talante y el espíritu de estos guerreros que
consiguieron derrotar a los mismos normandos que tenían por aquellos tiempos
aterrorizados a los pueblos atlánticos de Europa.”
Al final solución de concenso; para recalcar la
multiculturalidad de nuestro pueblo, inscripciones musulmanas, y para contentar
al técnico del Equipo D lo de los vikingos, que ya llevaba unos años dándole
vueltas a la historieta y no sabía dónde colarla. En definitiva, nada de cruces
que eso ya no se lleva y queda muy carca y muy de derechas, y la cosa ahora va
por lo de la multiculturalidad, que por ahí si que pueden llover las ayudas.
Ahora si se puede ir pensando en subvenciones, escuelas taller y cosas de esas.
De un plumazo, maniobra política de altura…es que el que vale, vale.
Bueno, en eso quedó la cosa…vikingos, batallitas, jinetes
musulmanes…¡que historia! Al final llegó el verano y todo se fue diluyendo. Nada
como tres meses de sopor y calor para anestesiar la mente.
El Carmen, La
Feria, fue una de esas mañanas de poniente en las que los
abuelos aprovechan para estirar las piernas con la fresquita cuando llegó
Rafael que, apoyado en su bastón, se plantó debajo de la cruz. Después de unos
instantes mirando al tajo se dirige al grupo que tomábamos el fresco en la
albarrá y nos dice;
Era mi hermano un niño de unos dieciséis años cuando hizo
eso. Todos nos quedamos perplejos. Estábamos en la cochera de Ortíz y al
muchacho no se le ocurre otra cosa que lanzar al tajo cuatro peyaitas de yeso
con tan buen tino que hizo una cruz. Aún recuerdo como se reía…pobrecillo.
Rafael permanece unos instantes en silencio mirando la cruz
del tajo, luego nos sonríe y reanuda su marcha oscilante al compás de una
pierna mala y ese bastón de madera que le ayuda en sus andares.
¡Cuatro peyaitas de yeso! Ni tesoros, ni templarios, ni
vikingos ni moros…a tomar por culo el cantarito. Y ahora ¿que hacemos? ¿Se
comunica a las autoridades lo del hermano de Rafael o seguimos para adelante con
lo de la inscripciones árabes? ¿La verdad prosaica de la broma de un
adolescente hace sesenta años o un eslabón más en la multiculturalidad de Setenil? No sabe uno que es
lo mejor para el pueblo, máxime cuando se comenta que ya se han tramitado
los primeros papeles para la pesca de unas ayudas de la Junta. Dinerito
fresco ahora que está la cosa tan mala y lo que es más importante, votos, que
ya están las municipales a la vuelta de la esquina…Sólo espero que no le ocurra
ningún accidente al bueno de Rafael, que los talibanes de la multiculturalidad
no se andan con chiquitas.
Nota; Las misteriosas formas existen y son fácilmente visibles en las Cuevas del Sol, siendo real el origen que les atribuye Rafael V. Los demás hechos que se relatan así como los personajes que aparecen en este cuentecillo son pura ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Dedicado a los políticos visionarios que ven algo donde en realidad no hay nada y luego son incapaces de ver lo que las demás personas distinguen con claridad.

Ezequiel es un hombre menudo, sus ojos son pequeños pero
expresivos y curiosos, creo que algo claros. Su indumentaria es parecida a la
que conocemos del programa Tierra y Mar
aunque quizás el pasado viernes fuera
algo más clásico. Como siempre, apareció tocado con esa famosa “mascota” que se
ha hecho tan popular y que se ha convertido en su sello particular.
Ezequiel paseó por Setenil, visita de rigor a la Iglesia
Mayor y al Lizón, y saludó a tantos paisanos como se le acercaron. Luego
bajó a las Cuevas para hablar de su libro.
Al empezar la charla hizo referencia al discurso de José
Saramago cuando la ceremonia de los Nobel , allá por 1998, aquel en el que hace una alabanza de las
gentes del campo a través de la figura de sus abuelos: “El hombre más sabio que
he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la
madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia,
se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media
docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer…”
Así empezó su charla. El auditorio estaba conformado por una
gran variedad de personas, jóvenes y mayores, gentes del campo, algunos
emprendedores locales. Ezequiel hizo un
breve repaso a la temática del libro que allí presentaba. Desde el primer
momento quedó patente la cercanía del protagonista y su raza de periodista, de
indagador de las vidas ajenas. Reclamaba ese contacto con la gente que allí se
congregaba. Luego, en la firma de ejemplares, demostró su oficio cuando
preguntaba a cada uno para poder personalizar las dedicatorias; ¿Cuántos olivos
tienes? ¿Cómo recolectas las almendras?
¿Qué raza de oveja estáis criando?
El campo y sus gentes, también el mar, los animales que pueblan esta tierra, los
antiguos oficios, las formas de vida, pero sobre todo sus gentes, a los que
Ezequiel Martínez ha sacado del anonimato y ha dotado de un halo de dignidad.
Ese es el gran legado de Tierra y Mar, esa es la filosofía del programa y de
eso trata el libro.
Podremos no compartir al cien por cien todas sus
afirmaciones, podemos discernir con él en su forma de entender el mundo rural,
pero esa forma de pensar es honrar la memoria de nuestros abuelos y de sus
formas de vida, de la gente que mimaba los olivos durante todo el año y que
vareaba con cuidado para no dañarlos, de los que trillaban en la era, de los que
aventaban el grano, de los carboneros y caleros que vivían del monte y las
encinas, de los cabreros que recorrían cañadas y veredas, que desmochaban los
chopos en verano para saciar la sed de sus animales. Paisaje y paisanaje,
compromiso y respeto, mirar al pasado para afrontar con garantías el futuro… Yo
no sé ustedes, pero oyendo a Ezequiel se me vino a la cabeza la figura de mi
abuelo, de aquel hombre humilde que por la mañana hacía pan en su horno de leña
y por las tardes subía al Manchón para regar su huerta. ¡Qué me hubiera gustado poder presentarle esa
tarde a Juan Solano!
Al principio de la charla, cuando Pedro Andrades presentaba al
famoso periodista de Canal Sur, Ezequiel subió la mirada al techo de roca bajo
el que se celebraba el acto. En un reborde de la piedra tosca, las golondrinas
se afanaban en fabricar sus nidos de barro, del río al tajo, del tajo al río, peyaita a peyaita, y esos
inconfundibles chilliitos que son el anuncio del cercano estío.
Absorto en el trabajo de estos pajarillos Ezequiel estuvo
abstraído por unos segundos, quizás reclamando para sí y para todos el derecho
al silencio, al sosiego, al disfrute de
la contemplación de la naturaleza y la sonora verdad del rumor del agua.
"Para mí ha sido un orgullo y una satisfacción compartir las vivencias de la gente trabajadora del campo y de la mar, acompañando a los profesionales y amigos del programa y de la RTVA con quienes he tenido el honor de convivir en todos estos últimos, y fructíferos, años de mi vida laboral que me han llevado al estado de júbilo en el que me encuentro."
Ezequiel Martínez. Tierra y mar.
Para saber más:
Discurso de José Saramago. Saramago, opiniones.
Ezequiel Martínez bajo los tajos de Setenil. Imagina Setenil
Estas fotos son del reportaje que realizó
Ángel Medina Laín, a quién agradecemos su trabajo.
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Ezequiel y Sebastián. La cercanía del periodista |
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Francisco y Juan, de la Junta de San Isidro Labrador,
le ofrecen a Ezequiel la medalla de la hermandad
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Ezequiel y Pedro, maestro de ceremonias del acto |
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Ezequiel firma ejemplares rodeado de productos locales |
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Su "mascota", sello inconfundible |

El popular periodista y escritor
Ezequiel Martínez presentará
en Setenil, el viernes
9 de mayo, su libro
“Tierra y Mar”, en el que recoge su experiencia de veinte años al frente del programa de TV que mejor ha contado, y con más pasión, cómo es el mundo rural y la realidad más profunda de Andalucía.
“Tierra y Mar” nos ha permitido a muchos andaluces conocer mejor y valorar más Andalucía, acercarnos a muchos de sus desconocidos rincones y a sus anónimos protagonistas: agricultores, ganaderos, pequeños empresarios del mundo rural y de la mar, artesanos… todos aquellos hombres y mujeres que con su esfuerzo han permitido conservar las costumbres y nuestro patrimonio rural.
Para su despedida de la TV, Ezequiel Martínez eligió imágenes de Setenil, en una impagable promoción del que considera “
uno de los pueblos más bellos de Andalucía“.
El encuentro que realizaremos en el
“Bar Las Escuevas” es una ocasión única de charlar sobre el presente y futuro del medio rural, un asunto crucial para un pueblo como Setenil que se debate entre la presión de la crisis económica y la esperanza del aprovechamiento de recursos como el aceite, la ganadería o nuestro singular paisaje natural. Os esperamos